Introducción del autor:
Querido lector, podría
contarle una historia fantástica de amor verdadero, aventuras, y algunas cosas
muy locas que suelen sucederles a personas irreales, igualmente locas.
Lamentablemente mi estimado desconocido, ha de prepararse, pues lo único que
hoy vengo a contarle, es una aburrida historia de un aburrido trozo de papel de
baño que termino su triste y blanca vida en un inodoro. No obstante, lo que
resulta fantástico en el asunto, es que este papel de baño, realmente es un
humano, y es aún más cierto que terminó su vida en un inodoro, literalmente,
ahí murió.
Así pues, dejo de quitarle
su valioso tiempo, el cual pierde leyendo esta fofa e innecesaria introducción
a la historia de nuestro queridísimo y triste amigo, Nofarrag LePap.
-Samuel
Tapia
1. Nofarrag LePap
El terrible y cruel sonido
de la alarma de las 5:15 de la mañana, comienza a dar sus detestables alaridos,
para avisar que es momento de levantarse. Definitivamente es algo que a nadie
le gusta escuchar, pero en un triste y gris lunes como este, es un alarido
necesario, si no ¿De qué comen los mortales?
Después de gritar alrededor
de infinitos 30 segundos, por fin la alarma surte el efecto deseado en el
caballero mayor que estaba durmiendo tranquilamente, justo antes de que sonara
ese maldito reloj azul con pantalla digital de color verde y números negros.
Antes de hacer alguna otra cosa, este hombre, le lanza un golpe al reloj, que
lo hace ir a dar al suelo y destruirse en el impacto, aventando los pequeños
cables y botones, tal cual una piñata deja caer sus dulces, después de que el
niño más desastroso de la fiesta se harta de la carencia de dulces, y le da una
buena tunda a la pobre piñata, para así desmembrarla y hacer felices a todos en
el lugar, lo mismo ocurrió con el pobre reloj digital. El caballero se hartó e
hizo callar al aparato infernal, trayendo de este modo alegría a su insípido
despertar.
Después de su acto,
triunfal, se talla los ojos y los abre para contemplar la impecable pared
blanca de su habitación. Es una maravilla para cualquiera tener otro día de
vida en este maravilloso mundo que nos rodea, excepto para LePap, nuestro entrañable
y sonriente hombre, claro que por sonriente quiero decir amargado y agrio, y
por entrañable… bueno es que, simplemente no es la persona con la que quisieras
pasar un día entero platicando, más bien es el tipo que te da miedo y te pone
melancólico por el simple hecho de ver esa larga línea recta que comprende su
“alegre sonrisa”. La corporación de narradores en la que trabajo, ha intentado
en más de una ocasión, narrar un solo día de la vida de LePap, pero
ciertamente, ver las cosas a través de sus ojos, no es una tarea fácil. Cientos
lo intentaron y cientos fallaron. Incluso uno de los mejores narradores, mi
héroe, el gran Burticio Gringona, lo intentó y falló. Mis colegas y yo no
podíamos dar crédito a lo que veían nuestros asombrados ojos. El señor
Gringona, salió llorando de la sala de narración. Un tipo rudo, con un carácter
bastante neutral, lloraba como un bebé, con un sentimiento y pesar increíbles,
parecía que se acababa de morir su inexistente familia. Entre sus lágrimas y
lamentos, alcance a distinguir estas palabras: “Nunca me había topado con una
vida tan desdichada como la de LePap”
Gringona se tomó un descanso
y viajó de incognito por el mundo de los humanos, evitando a toda costa toparse
con la infinidad de personas como LePap, que habitan la tierra de los mortales
que esperan inconscientemente que su vida sea narrada.
Para Nofarrag LePap, el
despertar vivo cada día, es la cosa más triste que podría sucederle. Ansía la
muerte, y a pesar que la ha llamado en más de una ocasión, teniendo peculiares
“accidentes”, la Muerte no cree que sea su tiempo. Recuerdo mucho una vez en la
que, ese maldito tonto se tiró de un edificio de 4 pisos para caer en un
automóvil de una rígida coraza metálica. Su corazón dejó de latir, se había
fracturado las piernas, sus brazos estaban desacomodados de una manera
grotesca, el coche estaba deshecho, yo juré que la Muerte, por fin terminaría
con su sufrimiento.
-¿Esta vez sí lo harás?- Le pregunte
curioso a la señora. Me miró por 10 segundos hasta que por fin rompió su
silencio con un trágico, brusco y fuerte –No-
Ella, se posó a su lado, y
lejos de matarlo, le acomodó todos sus huesos y reparó las fracturas, para
luego decirle –Yo, soy la que decide- a lo que Nofarrag contesto con un
agonizante quejido. Fue un día memorable, pues la dama, decide con mucho
cuidado a que mortal dirigirle la palabra. Si el hombre, ya tenía muchos ojos
encima, ese día se volvió el centro de atención, el tema de todas las pláticas,
el sueño de todo narrador. Gracias a esas importantes cinco palabras de la
Muerte, fue que Gringona decidió, intentar aquel desafío. Luego de errar
trágicamente en esa tarea, Gringona le suplicó a Muerte que matara a LePap, se
lo imploró y ni si quiera de esa forma, la señora aflojó su imponente postura
ante el asunto.
Después de desperezarse,
Nofarrag por fin se levantó de su cómoda postura en la cama de aburridas
sábanas azules. Su mirada impenetrable contempló durante un momento, su pobre
reloj azul al que acababa de asesinar a sangre fría y sin piedad ni
advertencia.
-Desgraciado- dijo sin duda
al reloj, pues él no sabe que yo estoy aquí arriba diciendo detalladamente
todas y cada una de sus acciones, aunque no me sorprendería en lo más mínimo,
si me maldijera a mí –Maldito aparato de mierda- dijo bruscamente luego de
soltar una especie de bufido con matices de odio y hastío.
Se levanta para recoger las
piezas de su, ahora inservible aparato, y sin darse cuenta pisa con su descalzo
pie, un diminuto tornillo que se le clava lo suficiente como para herirlo y
dejarle una pequeña mancha de sangre.
Un quejido y una maldición
es lo que le siguen a la dolorosa herida.
Una vez terminada la tarea
de recoger todas las piezas y meterlas en una caja de cartón café con una
pequeña estampita de una silla azul, decide que ya ha perdido mucho tiempo en
el acto de levantarse, lamentarse y herirse, así que se va a tomar una ducha de
agua helada, pues el “Putito calentador” (como él lo llama) está descompuesto y
sin él, el único resultado posible es agua helada en la regadera a las 5:22 de
la mañana.
El tipo que graba mi
narración, de atrás del cristal, debe estar mirándome con los ojos
entrecerrados, preguntándose, porque rayos estoy dando tanta información
absurda sobre el día de LePap, pero lo que él no sabe es que la Muerte me ha
dicho que hoy es un día muy importante para Nofarrag, así que voy a decir todo,
tal como suceda, para no perderme ni por un segundo cualquier cosa importante.
De hecho, por eso hoy decidí pedir la narración de la vida de LePap. Si la
Muerte lo dijo, es por algo. Hablando de ella, la Muerte es una mujer
fantástica, muchos humanos le temen y la ven como algo trágico y horrible, pero
realmente es preciosa, su trabajo es el más fabuloso de toda la compañía. Además
¡Te regala galletitas!
Nofarrag LePap es el modelo
clásico de anciano amargado para todas las películas mortales.
En lo que LePap se baña, yo
voy a describir sus rasgos físicos.
Es un hombre alto, algo
encorvado por la edad, de tez blanca sumamente arrugada y su cabello es gris
obscuro. Me permitiré compararlo con un actor conocido de películas mortales,
para que así, el día que este texto llegue a la tierra, a los humanos se les
facilite el ponerle un rostro, y de este modo intente buscarlo en sus ciudades,
para encontrarlo y comprobar que en efecto, es un hombre desdichado. Yo diría
que es como…
-Que rayos te pasa Billy?
Interrumpes mi narración-
-Ah, lo siento, te traje un
café, Bremon- me responde el atolondrado de Billy
-Gracias- le contesto
educado pero intentando hacer que se vaya, a lo cual responde con un
asentimiento de cabeza y cierra la puerta después de salir.
Lo siento, me he visto
interrumpido. Bien cómo iba diciendo, le encuentro cierto parecido a DeNiro…
Entonces se enciende la
bocina que conecta con Acinbo, quien está detrás del cristal para decir –DeNiro
es muy alegre para LePap-
-¡Mierda! ¿Tú también?
-Yo solo dije lo que pienso-
y claro, Billy no podía quedarse callado, así que volvió a abrir la puerta –Acinbo
tiene razón, a DeNiro sí lo concibo sonriendo-
-Hey ¿Que pasa chicos?- y
llega Muerte
A lo que yo respondo – ¡Este
par me está interrumpiendo!-
-Estamos discutiendo a que
actor de películas mortales se parece LePap ¿Tu qué opinas Muerte?- suena
Acinbo desde la bocina. Muerte, no contestes, no contestes, no contestes, si lo
haces te juro que… – ¡Tommy Lee Jones!- grita Muerte triunfal a lo que Billy y
Acinbo responden a coro – ¡Exacto!-
-Él sonríe, pero es una
imagen poco usual-
-En efecto Billy- dice la
muerte –Sin duda alguna, LePap tiene parecido con Tommy, por cierto ¿Quieren
galletas?- termina la Muerte, ofreciéndonos sus deliciosas galletas de
mermelada de naranja y chocolate. Es imposible resistirse, así que Billy y yo
las aceptamos de inmediato y a los pocos segundos aparece Acinbo, listo para
recibir su galleta.
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