8. Tiempo
La primera vez que veía a
tiempo en mis años de estar aquí, y no solo lo estaba viendo, si no que estaba
junto a mí, en mi sala de narración. Sorprendente, pero aterrador. Aterrador
por el hecho de que el hombre conejo es lo suficientemente peligroso como para
hacer a Tiempo venir al edificio de narradores a ver qué ocurría.
A Vida y Muerte les encanta
pasearse por las salas de narración, por ello siempre las vemos y no es raro
encontrárselas en los pasillos, pero Tiempo, ese hombre es un misterio, no sale
de donde quiera que este y nunca lo vemos, literalmente, nunca lo hemos visto,
hasta hoy.
No son las circunstancias en
las que me hubiera gustado conocerlo, pero es la situación en la que lo
conozco.
-Estamos perfectamente
conscientes de que no lo logró, pero eso no opaca el hecho de que muchos narradores
hayan muerto- gruñe Vida ante la observación de Tiempo
-Estas siendo dramática-
-¿Dramática?- Ay, creo que
algo no anda bien entre Tiempo y Vida, porque esta última parece bastante
exaltada ante lo que ella acaba de tomar como una ofensa -Mira Tiempito, si vas
a hablar de drama, deberías cuidar tu asquerosa lengua, porque está sangrando y
mucho- Tiempo la mira amenazante, al igual que ella lo hace, sin embargo se
queda callado, no dice nada, tan solo observa retador a Vida.
-Miren, yo creo que ambos se
están alterando y la verdad es que deberíamos permanecer calmados ante la
amenaza… ¿Alguno ya le dijo a Existencia?- los intenta calmar Muerte
-¿Es una broma? ¿Cómo pretendes
que ya le hubiésemos avisado a Existencia? Ya sabes que la única forma de
hablar es yendo al…- pero Tiempo se detiene a pensar lo que estaba a punto de
decir mientras nos miraba a Billy y a mí -… yendo a La Torre-
-Sí, creo que deberías ir tu
Muerte- dice Vida mientras limpia sus
anteojos provenientes de los 60´s -Tú fuiste la que presenció junto con Bremon
la aparición del hombre conejo-
-Cierto… debería ir yo- por
alguna razón Muerte adquiere un tono triste mientras acepta la encomienda de ir
a comunicarse con Existencia.
Supongo que es por la
historia incompleta que nos contó Vida hace mucho sobre la llegada de Muerte aquí
arriba, pero de cualquier forma no entiendo el porqué de esa peculiar e
inexplicable melancolía.
-Bremon, tú debes seguir narrando
lo que le suceda a LePap, sin perder de vista ni el más mínimo detalle- me
ordena Tiempo.
-Entendido-
Después de eso Tiempo
acompaña a Muerte al edificio donde se encuentra el vehículo que nos transporta
a la Tierra y deja a Vida para que este pendiente de lo que sucede.
Mientras que yo me quedó con
una tarea importante.
Después de haber recibido
una amenaza bastante extraña de una dama que desapareció frente a sus ojos,
LePap no sabe que pensar, ni siquiera sabe si creerle o no a algo que para él
al menos, es muy probable que realmente no estuviese ahí. Se pone a pensar en
algo raro que le haya sucedido antes de llegar al supermercado y lo que acude a
su memoria de inmediato, es cuando destruyó la hermosa mesa de su comedor por
tener un ataque de enojo contra unas voces imaginarias provenientes de unas
sillas vacías. ¿Pudo haber sucedido algo más extraño?
-¡Ay Nof! Lamento tanto la
tardanza, es que, bueno, no fui al baño antes de venir a trabajar y es mi
costumbre hacerlo antes de salir, pero por la inminente lluvia he salido
corriendo y…- Elsa se detiene a contemplar el rostro pálido del viejo para después
preocuparse por él -¿Estas bien?-
-Amm, sí, creo que sí-
-Parece que hubieras visto
un fantasma, o al mismísimo Ajubrub cargando un cadáver- rompe en suaves y
dulces risitas la tierna Elsa, pero al notar que eso no le quita ni siquiera un
poco el susto a Nof, adquiere nuevamente un semblante serio -¿Qué pasa?-
-Nada, de verdad, puedes
estar tranquila-
-Bueno-
-¿Seguimos con el
recorrido?- pregunta cortante el viejo mientras recupera su color habitual-
-Ah sí, me parece perfecto-
Los dos ancianos se
encaminan a otra puerta, con LePap al frente, recobrando el buen humor de diez
minutos antes de su supuesta “alucinación”, aunque claramente, tanto ustedes
como yo, ahora sabemos que se trata de una verdadera amenaza, tan real como
letal. Pero es bueno que Nof ni siquiera piense en el hecho de que tal vez vio
a un asesino no humano, porque en todo caso, estaría tan preocupado tal como lo
está el regañón y brusco Tiempo. A mis espaldas se escucha una risa estruendosa,
con un peculiar sonido gutural. Al darme la vuelta me encuentro con Vida.
-Que tonto eres- me dice
entre risas.
Como les decía.
El viejo, con mucha
iniciativa camina al pasillo de la izquierda a abrir lo que le pareció una
puerta muy interesante a juzgar por el hecho de que su perilla, en vez de ser
de un color dorado brilloso, era de un tono cobre apagado.
Al girar la perilla, esta soltó
chillidos de óxido que retumbaron por todo El Cubo, haciendo morderse la lengua
a Elsa, por los desgraciados y molestos alaridos. Por fin termina y justo
cuando piensan que ya no podría hacer más ruido, la puerta rechina como si
alguien estuviera azotando a un cerdo con un trozo de madera. Pero Elsa
comienza a ponerse nerviosa, no por los quejidos de la escandalosa puerta, no.
Si no porque entre todo ese ruido, logra escuchar a sus espaldas, una puerta abriéndose,
y según recuerda, en el pasillo de la derecha estaba Ajubrub Lecnip.
-Metete Nofarrag- Ordena
Elsa en susurros, mientras empuja a LePap dentro, cerrando a la velocidad de un
rayo, justo a tiempo antes de que Lecnip tengo su cabeza totalmente fuera del almacén
de uniformes, revisando el lugar como si fuera un visor de submarino. Poco le
faltó para dar un giro de 360°.
Con el rápido movimiento de
Elsa, ni siquiera dio tiempo de encender la luz a Nofarrag, quien se vio en la
necesidad de buscar a tientas el apagador, mientras la señora tenia retumbando
el corazón y la oreja pegada a la puerta intentando escuchar los pasos de
Ajubrub, quien al final se decidió por solo evaluar el perímetro y no salir a
revisar, al no considerarlo relevante. ¿Qué le puede dar más miedo al diablo, además
de él mismo?
Por fin, después de estar
manoseando una pared, Nofarrag da con un interruptor que enciende una luz
blanca que les da la capacidad de volver a ver los secretos ocultos de aquella
nueva puerta.
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