-¡Jajajaja! ¿De que... De... De que nos reímos?- preguntó Oleil entre risas, aunque ella ya lo sabía, simplemente quería volver a escucharlo para reírse de nuevo.
-Nos reímos por el perro llamado pegamento, que un día se cayó y se... ¡Y se pegó!- y ambos estallamos en carcajadas una vez más.
La maestra Tooth nos miró con cara de asco (una ligera mueca en la boca, una nariz arrugada y un, casi imperceptible, fruncimiento de ceño), aunque ella no lo quisiera aceptar, el chiste también le causó gracia, o al menos, lo mucho que nos reíamos nosotros de tal babosada. Es extraño pensar que los chistes que contábamos cuando éramos niños, nos sigan dando risa ahora que somos "adolescentes maduros"*, aunque viéndolo desde este punto, creo que somos bastante simples, pues también nos dio mucha gracia el chiste que contó Miguela,<jeje> es peor que el de Pegamento y dice algo más o menos así:
"Había una vez un perro, luego llegó otro... Y eran dos"
Son tan estúpidos ambos chistes, que ni siquiera deberían ser considerados chistes, sin embargo, lo que hace que sean graciosos, es la simplicidad de los mismos, son tan malos como la frase de Niferto ("un cuerpo que está en movimiento, está en movimiento"), y aveces solo le dan risa a uno mismo, pero aun así producen risa de algún modo. Pero que simplones mocosos de preparatoria, pena debería darnos.
* Adolescente Maduro: Se refiere a aquel ser humano cursando la etapa que antecede la edad adulta, el cual en la mayoría de los casos, es muy poco Maduro.
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