El señor Damián se encuentra en la cómoda sala de estar de su casa, deja una mochila de cierres en la silla que está al lado izquierdo de la sala, se sienta a ver la televisión, pues hoy ha salido temprano de su trabajo debido a un accidente que ocurrió en el edificio donde trabaja, para mayor seguridad de los empleados, decidieron evacuarlos a todos y así evitar problemas con demandas o cosas así.
Sentado en su lugar favorito, no encuentra ningún canal que le agrade en la tele, es un día caluroso, despejado, sin viento, así que interrumpe su incesante cambiar de canales, para abrir las ventanas y recoger las cortinas en el común amarre que tiene forma de una copa, el cual va en V del tubo que la sostiene, y termina en una larga especie de corbata con terminación hasta el suelo. Después de haber amarrado ambas cortinas, regresa a su lugar favorito del sillón, sin embargo sigue cambiando de canal, a pesar de que ya ha dado tres vueltas a la lista de canales disponibles. Se siente aburrido y somnoliento, hasta que comienza a sentir frío.
¿Frío en plena primavera?
Damián tampoco lo cree demasiado, así que sale de la casa a darse una vuelta en el patio para tomar el sol, aún así el frío no cede, y empeora cuando entra de nuevo en la casa. No es normal, así que sube por una sudadera que lo cubra un poco. Cuando regresa a sentarse en el sillón, ya no hace tanto frío. Transcurren quince minutos y el frío regresa, pero esta vez es un frío aterrador, lo siente como si estuviera metido en un gran balde de agua fría que además tiene montones de hielo. Esto le comienza a preocupar demasiado, hasta que cae en la cuenta de que está sudando a mares, el detalle es, que el fluido también está demasiado frío, nunca en su vida había sudado de ese modo.
-Y la suerte dice...- el programa que se quedo en el aparato se ve interrumpido por la imágen gris nevada que caracteriza a la sintonía de canales fuera de señal, de pronto, caen los nudos de las cortinas, de una manera tan lenta que parece que una persona mayor, con problemas en las articulaciones, lo estuviera haciendo, siguen cayendo, hasta que se han deshecho los amarres en su totalidad. A Damián se le eriza la piel y sus bellos corporales se elevan como si hubiera un gran globo repleto de estática junto a él, en ese mismo instante siente que algo lo está mirando, no sabe por qué, pero lo primero que hace es girar la cabeza hacia el lado izquierdo del sillón, ahí donde se encuentra la silla, en ese momento se queda atónito al observar la figura incorpórea de una mano tocando uno de los cierres de la mochila, la mano corresponde a un cuerpo que está en posición "pecho tierra"; se queda petrificado contemplando como la mano abre unos cinco centímetros ese compartimento de la bolsa, hasta que la figura repara en la presencia de Damián, y de algún modo Damián se da cuenta de ello, en ese momento el extraño ser sale arrastrándose velozmente por el suelo y justo antes de que Damián se levante a perseguirlo, las cortinas se lanzan en un gran empujón, como si el viento fuera el culpable de dicho acto, pero no hay ráfaga alguna que pueda provocar ese movimiento.
Las cortinas siguen moviéndose unos segundos más, hasta que bajan por sí solas de un tirón. Damián no se mueve, su cara está inundada por una expresión de abundante terror, tiene sus brazos totalmente extendidos en un ángulo de 45 grados respecto a su cadera, pasa así unos segundos más, tratando de procesar lo que acaba de ocurrir, hasta que logra volver en si.
Camina en dirección a dónde salió arrastrándose la figura, y en su mente espera que haya sido su propio perro lo que vio, sin embargo el animal está ladrando afuera, encerrado en el patio. Abre la puerta del patio para dejar entrar al animal, se encuclilla a acariciarlo un momento, pero comienza a escuchar pasos en el piso de arriba, sale disparado para ver qué sucede, pero no hay nada alarmante arriba.
Vuelve a bajar, la tele sigue en el canal donde la dejo nuevamente con señal, las cortinas están amarradas y su perro está dormido encerrado en el patio, todo está normal, como si nada hubiera pasado, a excepción de una cosa.
La mochila de cierres, está abierta cinco centímetros...
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