El Viaje de Roncifa

El Viaje de Roncifa

La noche era calurosa y en la colina, donde la casa de Roncifa, el señor Relámpago se presentó ante la puerta, llamando con golpeteos incesantes, hasta que por fin, después de un minuto o dos, le abrió el joven Furtz, muchacho alto y delgado, de cabello desaliñado, cara plana y nariz picuda, parecía que su sueño había sido interrumpido, pero no, esa era la actitud que expresaba, somnolienta y aburrida, a diferencia del señor Relámpago, hombre enérgico y animado.

-¿Que quiere?- preguntó Furtz en tono grosero, pero Relámpago ni siquiera se molestó en hacerle caso al mocoso de nariz picuda, en cambio llamó a la señorita Roncifa, la cual de inmediato asomó su cabeza por debajo del brazo izquierdo de Furtz que sostenía la puerta

-No seas grosero, Furtz, invita a Relámpago a que pase a comer un poco de este delicioso flan que acabo de hacer- dijo Roncifa en una melodiosa y dulce voz que solo ella poseía; en cualquier otra situación, Relámpago hubiese aceptado y no hubiera puesto ni una pizca de resistencia ante la invitación de una mujer tan hermosa y carismática como Roncifa Idanga, pero estaba preocupado y llevaba el tiempo encima, no tenía otra opción más que rechazar la invitación.

-Eso me encantaría señorita Roncifa, es muy amable de su parte invitarme, pero el asunto de mi visita, requiere rapidez y privacidad-

-¿Tiene algo que ver con lo que sucedió en Piña Colada, la noche de ayer?-

-Me temo que sí- dijo preocupado el caballero

-Furtz, por favor ve a la librería del pueblo y dile al Señor Iracandis que te dé el libro de cocina del que hablamos anoche, yo mañana iré a pagarle en cuanto amanezca ¿Okey?-

Furtz aceptó a regañadientes, entonces emprendió su camino al pueblo que quedaba colina abajo (3 minutos a pie), en cuanto salió de la casa, entró Relámpago y Roncifa esperó a que Furtz estuviera lo bastante lejos como para no escuchar y así cerrar la puerta.

El chico consideró la idea de correr a la librería para así llegar más rápido, comprar lo que le pidió Roncifa y regresar para poder escuchar un poco de la conversación, pero desechó la idea de inmediato al recordar que debía hablar con el señor Irancandis. El Señor Iracandis o don Caracol, era un tipo amable, respetuoso, educado y muy culto (¡leía y sabía de prácticamente todo!), sin embargo lo que tenía de inteligente, lo tenía de lento. Sus pláticas eran legendarias y hablaba como cualquier humano común, pero su situación física lo hacía de movimientos lentos y trabajosos, no era excesivamente lento, pero aveces resultaba cansado el simple hecho de verlo andar unos 3 metros (Poseía la velocidad de un viejito con andadera).

No tenía caso el apurarse a llegar, pues tomaría un buen rato la estancia con el Señor Iracandis. Así que caminó a paso relajado, contemplado aquel manto estelar que cubría el cielo de esa tranquila noche. Era un espectáculo de un millón de estrellas, colocadas de una manera tan perfecta y brillante, que creaba la ilusión de un día soleado por millones de diamentes, algo verdaderamente hermoso. A pesar de su tranquilidad al caminar, Furtz llegó bastante rápido a la librería. Era curioso que a pesar de ser un pueblo tan pequeño, en medio de un campo verde y bosques al rededor, la vida en el terminaba a altas horas de la noche, no importaba que fuera la 1 de la mañana, los comercios seguían abiertos y los niños jugaban en las pintorescas calles del lugar, las señoras de edad avanzada platicaban muy a gusto en sus mecedoras, sobre los "Chismes" de los que se enteraron en el transcurso del día, las parejas tomaban una soda o un postre en el Café "Aguazul". Lugar pintoresco y dulce. El señor Iracandis estaba ordenando libros en la repisa de exhibición que se situaba en la ventana con vista a la calle.

-Buenas noches señor Iracandis-

Distraído el viejo caracol, respondió al cabo de unos segundos como si acabará de salir de un profundo sueño, lo cual se demostró cuando se limpió la baba que le escurría de la boca 
-¡Ah! ¡Hola muchacho! Es una linda noche ¿No lo crees?-

-Sí, eso creo-

-Dime pues ¿Que se te ofrece?-

-La señorita Roncifa me pidió que viniera por un libro de cocina del cual, usted y ella, hablaron en la mañana-

-¡Ah claro! "La vida dulce", recetas muy deliciosas, debo decirte, espérame aquí un momento, iré a buscarlo-

-Está bien-dijo Furtz, entonces, como sabía que tardaría demasiado en regresar con el libro, decidió echar un ojo a los demás títulos que tenía la tienda. Don caracol inició su partida a la parte de atrás en la librería dónde tenía la bodega de libros que ya no tenían espacio en el hervidero de ejemplares que se apilaban en el establecimiento. El muchacho dio varias vueltas intentando matar el tiempo de espera que supondría el hecho de que Iracandis encontrara el libro de Roncifa. Le llamó la atención una portada que tenía un dirigible gris apagado y una cabina blanca, lujosa, decorada en su exterior por garigoleos dorados. Tenía un título en grande con letras doradas que estaban sobre algo parecido a un listón rojo. "El Dirigible". Un título con diseños bastante extraños para un libro de dirigibles. Lo sostuvo unos momentos entre su manos, hasta que de reojo, alcanzó a ver un periódico en el escritorio de Iracandis. El noticiero era del reino Ruso Blanco, un lugar cercano, pero no lo suficiente como para que su principal periódico, fuera repartido en un pequeño pueblo en medio del campo. Se acercó al periódico y lo alzó para verlo con más detalle. La primera plana tenía una imagen en grande, donde se mostraban las ruinas de lo que parecía ser un palacio, el titular decía: "Gran desastre en Piña Colada"

“¿Piña Colada? ¿Que no era el lugar más seguro de todos los reinos?” pensó Furtz.

Le extraño bastante que la palabra "desastre" acompañará en una oración al poderoso reino, así que lo más obvio en ese momento, seria leer e informarse un poco.

 ~En la noche del 27 de julio, ocurrió un atentado terrible en el gran reino de Piña Colada. El señor Ron Sailas, mejor conocido como el "Hijo de Ogros", fue el autor de la destrucción masiva que aconteció ayer por la noche en Piña Colada, los daños han dejado prácticamente inhabitable la que solía ser, la ciudad más hermosa y poderosa de todo el país, por el momento no se tienen los datos suficientes para dar hechos certeros de lo que ha sucedido, a causa del desorden en el que esta la ciudad y lo peligrosa que puede seguir siendo la zona...~

Furtz sintió una mano que lo tomaba del hombro, al voltear vio a Iracandis en una especie de trance, con los ojos blancos y balbuceando cosas sin sentido

-¿Señor Irancandis?- se atrevió a decir Furtz, pero se arrepintió demasiado de haberlo hecho, pues en cuanto termino de decir el nombre del viejo caracol, este, de algún modo inexplicable, saltó sobre Furtz, lo tomo por los brazos, apretándolo con una fuerza sobrehumana que hizo gritar al joven del dolor que provocaban las manos de Iracandis.

-¡TRANQUILO RELÁMPAGO, MATALO AHORA, AL CARAJO USTED DOCTOR, TODO ESTARÁ BIEN, TOMA LA SOMBRILLA Y SAL DEL CAMINO, TODO ES BASTANTE SIMPLE HUNTER, CORRE NIÑO CORREEEEEEE!- el anciano gritaba lo que parecían ser fragmentos de una conversación, con una voz estremecedora y ronca, no propia de su forma pasiva y calmada al hablar. El muchacho logro quitárselo de encima con un empujón y el caracol salió arrastrándose a una velocidad asombrosamente rápida. El chico no se explicaba lo que acababa de suceder. Se levantó con la respiración agitada, buscando con la vista a Iracandis, hasta que el caracol apareció mirando a la ventana, con el libro de recetas en la mano. Parecía muy tranquilo como si no hubiera pasado nada, así que aprovechando su nuevo estado de ánimo, Furtz se acercó a él y estiró el brazo para tocar su hombro, sin embargo, justo antes de tocarle, Iracandis habló.

-Aquí está el libro que quiere Roncifa, muchacho, dile que lo tome como un regalo, no es necesario que lo pague-

-Señor Iracandis, hace un momento usted...-

-Soy un hombre sonámbulo, Furtz, nada que haga debería asustarte, hablo y ando mientras duermo-

-Está bien-

-Roncifa es una buena persona-

Furtz decidió que era mejor no contestar algo a su observación divagante y retirarse lo antes posible.

A toda prisa corrió a la casa de Roncifa, olvidó por completo el querer escuchar la conversación entre la Señorita y Relámpago, el solo corría por el susto que se había llevado gracias a las extrañas actitudes del maldito caracol loco. Iracandis siempre había sido un hombre muy alegre y nada enigmático, pero esa noche, la percepción de Furtz sobre Iracandis, había cambiado por completo.

Al llegar a casa la puerta se abrió justo antes de que Furtz tocara. Salió Relámpago seguido de Roncifa.

-¡Oh vaya! Cuanto tiempo llevas ahí Furtz... ¿estás bien?- preguntó alarmada la joven al ver al muchacho tan pálido.

-Estoy bien señorita Roncifa, acabo de llegar y aquí está el libro- Roncifa tomo el libro y miró interrogativa a Furtz.

-¿Por qué estás tan pálido?- preguntó Relámpago al muchacho.

-Un tema del cual no quisiera hablar, estoy bien gracias- estuvieron un momento en silencio mirando a Furtz, hasta que Roncifa lo hizo entrar y se despidió del señor Relámpago.

-Tranquilo Relámpago, en el transcurso de la mañana te llamare para decirte que fue lo que descubrí-

-Gracias Roncifa-

La Señorita se estiró en las puntas de sus pies para darle un cálido beso en la mejilla al señor Relámpago, lo cual lo ruborizó bastante, pero ambos le restaron importancia al asunto.

-Te llamo luego- al terminar su frase, Roncifa cerró la puerta y cambio drásticamente su actitud tierna y cálida, a una firme y cruel.

-¡Furtz! ¿Hacia cuanto estabas espiando nuestra conversación?-

-¡Cómo rayos Iracandis, sabía que usted le diría al señor Relámpago que estuviera tranquilo!- preguntó Furtz aterrado

-¿De que estas hablando?-

-Iracandis se volvió loco en la tienda, y me atacó y comenzó a decir cosas extrañas que carecían de sentido, pero en una de esas frases sin sentido que balbuceaba, el grito "Tranquilo Relámpago" y eso lo acaba de decir usted ¿Cómo es eso posible?-

-Ay Furtz, Iracandis es un hombre mayor, que, según dicen, de momento comienza a decir fragmentos de conversaciones que se dirán en el futuro, pero nadie sabe a ciencia cierta, si lo que dice tiene algo de real-

-¡Pues claro que es real! Acaba de suceder algo que el dijo-

-Bueno, no importa ¿Escuchaste algo de lo que le dije a Relámpago?-

-No, pero sé cuáles son los rumores de Piña Colada, en el escritorio de Iracandis había un periódico que hablaba de un atentado contra la ciudad-

-Eso estará en cada noticiero en unas cuantas horas, ocurrió algo terrible, tengo que salir, y como estas bajo mi cuidado, tienes que acompañarme-

-¿A dónde iremos?-

-Primero, a Aguazul para quitarte el susto con un trago, y segundo, al reino Ruso Blanco-

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