3. El Supermercado
Los empleados del supermercado
Oeste deben entrar siempre por las puertas del almacén, debido a que las principales
están cerradas a la hora de llegada marcada en el contrato de los trabajadores.
Nofarrag llega a la hora habitual, ni antes ni después de lo que es su
costumbre. La plática con la señora optimista le ha tomado más tiempo de lo que
él pensó. Todos sus compañeros ya están ahí y los más jóvenes ya abren las
puertas principales. Los cajeros ya están listos para cobrar en cuanto entre el
primer cliente, y los más viejos ya están dispuestos en los pasillos para
ayudar a cualquier persona con una pregunta sobre algún producto.
Nofarrag ya tiene un cuarto
del contenido de una caja de cereal sabor chocolate. Las puertas están
abiertas, pero no hay nadie, y no llegará ni un alma hasta las 9 de la mañana,
que es la hora cuando comienza la vida de las personas que no trabajan en la
ciudad.
Elsa Boneless se dirige al
arrugado y cruel anciano.
LePap no lo sabe, pero tiene
una amiga más joven que él por una década, la cual, todos los días se acerca
para entablar una conversación con Nofarrag. Una señora muy bonita sin duda,
que a pesar de su edad, aún posee un cabello de un intenso color café con ligeros
matices de blanco y gris, una vitalidad asombrosa, y al igual que la mayoría de
las personas alrededor de LePap, una actitud muy alegre ante la vida. Ella sabe
que él no es una persona fácil de tratar pero a pesar de ello, no hay un solo
día en el que no le dirija si quiera un amistoso…
-¡Hola, Nof!-
Nof es la forma en la que
ella le dice, una forma que al principio enfurecía muchísimo a Nofarrag, pero
que después de un tiempo comenzó a dejar de importarle y aceptar la abreviación
de su nombre, además, no es que a LePap le importe demasiado lo que Elsa tenga
que decir, por esa misma razón, todas las palabras que salen de su boca hacia
Elsa, son cortantes, crueles, sarcásticas, y acidas. Maldito viejo amargo.
-Elsa- contesta sin una sola
pizca de emoción nuestro querido amargado a modo de saludo, pero a ella no le
importa y en vez de detenerse a pensar en su contestación, observa preocupada
la figura mojada de LePap
-¡Nof, demonios! Estas
empapado, te hará daño y podrías hasta pescar un resfriado ¡Por Dios!
-Estoy bien, es solo agua-
dice Nof justo antes de estornudar.
Elsa lo mira como esa madre
que observa a su hijo después de que este ha metido una gallina a la casa en el
intento por atrapar al desgraciado animal, claro que esa madre no mira a su
hijo de esa forma enojada por la gallina, sino porque este asustado animalillo
a tirado el polvo para hacer caldo de pollo en el intento de huir de las manos
del travieso chiquillo. LePap estornuda una vez más y Elsa sin preguntarle lo
toma de la mano y lo lleva como una madre, a que se consiga un uniforme seco.
En el camino a la administración le da sermones que Nofarrag ignora a pesar del
buen gesto de la señora.
-¡Pareces perro mojado!
Debería darte pena que a tu edad seas tan desconsiderado, además de que aun tengan
que cuidarte. Estamos en esa etapa de la vida en la que un pequeño catarro se convierte
en una maldita enfermedad terminal ¡¿Y qué es lo que dices?! “Estoy bien”- no
puedo evitar reír a carcajadas por la imitación que acaba de hacer Elsa de la
voz de LePap –¡Pareces un crío Nofarrag!- el anciano sabe que Elsa esta en lo
correcto y por eso no se atreve a decir ni “pio” a diferencia de la pobre
gallina estresada que mencione hace unos segundos.
Al llegar a la
administración Elsa va directo con el señor Odacrem, quien ve de inmediato el
cabello y el uniforme mojado del anciano.
-¡Oh por dios, LePap! ¡Esta
todo mojado!-
-Por eso lo he traído con
usted, señor Adi…- olvide mencionar que el nombre completo del jefe del súper
mercado es Adimoc Odacrem –…para ver si le puede proporcionar otro uniforme-
-¡Claro que puedo! No
queremos un empleado enfermo, eso sería algo terrible, pero debo pedirte Elsa
que vayan ustedes dos a conseguirlo, pues en este momento estoy muy ocupado y
no me es posible ayudarlos, pero ten…- Odacrem le da a Elsa una llave dorada
que tiene tallado un cuadrado, además de una pequeña cinta recortada
cuidadosamente donde dice en letras de molde y mayúsculas “EL CUBO”, es la
letra del hippie -…toma la llave del Cubo, una vez adentro deben tomar el
pasillo de la derecha y en la primera puerta a la izquierda, encontraran los
uniformes-
Elsa y Nofarrag se
encaminaron al misterioso Cubo, esa pequeña habitación que precisamente tiene
forma cubica ubicada en un extremo del almacén que conecta con una segunda
parte que muy pocos conocen del gran almacén que tiene en la parte de atrás el
supermercado Oeste. Tan solo Odacrem y algunos otros empleados saben que hay
ahí, todos los demás no. Elsa atraviesa
emocionada la parte conocida del lugar, pues por primera vez sabrá lo que hay
más allá del Cubo. La señora es una persona mucho más sociable que el viejo,
por ello en muchas ocasiones se detiene a saludar a otros empleados que andan
de un lado a otro en el lugar, llevando y trayendo cajas con productos para
acomodar en los grandes pasillos del supermercado. Después de largos cinco
minutos que implica la tarea de atravesar todo el sitio, por fin, llegan al
Cubo. Nofarrag mira con curiosidad mientras Elsa mete la llave en la perilla.
Después de dos vueltas, la puerta se abre sola. Mostrando en el interior del
cubo otra puerta que conduce a la segunda parte desconocida del almacén. Esta
otra puerta no requirió llave alguna para ser abierta, pues ni siquiera
funciona muy bien la perilla. Una vez adentro, se quedan atónitos al ver tres
largos pasillos iluminados por lámparas colgantes del techo. Un pasillo a la
izquierda, otro al frente y un tercero a la derecha, el cual es el que deben
tomar.
Van caminando hasta que por
fin llegan a la primera puerta del lado izquierdo del pasillo. Nofarrag es el
que abre la puerta. Una puerta muy alta, de color café roble con ligeros, pero
muy distinguidos garigolas para adornarla.
-Pero que hermosa puerta,
Nof ¿Ya viste?-
-Sí, es un buen trabajo de
carpintería -
-Esto debería estar en un
palacio o en un museo, no aquí empolvándose en la oscuridad dentro de un viejo almacén-
-Tal vez estaba antes en la
tienda y al no poderla vender, le dieron un uso-
-Que linda- LePap estornuda
justo después de eso - ¡Ay dios! ¡Nof, lo estaba olvidando! ¡Tú uniforme!-
Nofarrag abre la puerta
permitiéndole el paso a Elsa. Una vez adentro se topan con muchos uniformes
doblados y algunos otros colgados. Al entrar, se escucha un sonoro y grueso
aclaramiento de garganta sus espaldas. Elsa suelta un grito asustado que hace reír
a alguien detrás de mí, al voltear, veo a Billy y Evelyn riendo plácidamente
del susto de la pobre Elsa.
-Hola Bremon- me saluda
alargando cada palabra de una manera maravillosamente embriagadora, la hermosa
y magnifica Evelyn Creps.
-Hola Evelyn- le correspondo
el saludo del mismo modo. Pronto Billy comienza a sentirse un poco incómodo.
Es necesario explicar, ya
que les he dicho demasiado, que en este trabajo, hay muchas cosas que llevan al
destierro, o sea a vivir entre los humanos, olvidando por completo nuestra vida
como narradores, y una de ellas son las relaciones amorosas en el ambiente
laboral. Evelyn y yo tuvimos una hace mucho tiempo, Vida nos descubrió y nos
recordó la realidad, además de la peligrosidad del asunto. Al menos no fue
Tiempo, si no hubiéramos terminado andando entre los humanos sin la menor idea
de quienes somos.
-Bueno chicos… yo…
deberíamos irnos, Bremon se molesta si lo interrumpimos- dice el incómodo
Billy.
-¡Oh perdón!- contesta inmediatamente
Evelyn a la observación de Billy “El interrumpe momentos románticos”
-Para nada, Evelyn, no es
ninguna molestia tu visita…- pero cuando estoy terminando esta última palabra,
veo con el rabillo del ojo a Vida acercándose a toda velocidad en dirección a
Evelyn, a la cual le he hecho ya una seña con los ojos, mirando discretamente a
Vida. Evelyn lo entiende y justo cuando Vida esta llegado, yo digo en voz alta,
para poder ser escuchado, algo que no nos ponga la soga en el cuello –No obstante,
señorita Creps, debo pedirle que se retiren para que pueda continuar con mi
tarea-
-Hasta luego señor Bremon,
ha sido un placer saludarle- me responde Evelyn formalmente, tomándose en serio
el papel, de dos personas distantes que nunca han estado relacionadas de alguna
otra forma que no sea por trabajo, sin embargo Vida, pues es Vida y conoce la actuación mejor que
nadie, por ello me dedica una mirada asesina con los ojos entrecerrados, para
advertirme que no ha olvidado lo que sucedió hace todos esos años.
Continuando con lo que nos
interesa. La pobre Elsa dio un grito aterrada, sin antes voltear a ver quién
estaba a su espalda. LePap se asustó más por el grito de Elsa, que por el
aclaramiento de garganta, cuyo actor es desconocido. Al voltear se topan con la
presencia del señor Ajubrub, el encargado de los uniformes, al cual solo se le
ve en el primer día de trabajo de cada empleado en el supermercado.
Al descubrir que el sonido
provino de Ajubrub Lecnip, Elsa no se siente más tranquila que si hubiese sido
un fantasma el que hizo aquel sonido estremecedor. Lecnip, es ese tipo de
personar que no inspira ni la más mínima confianza, podrían decir que es por
sus ojos ligeramente rasgados y su cara de gánster asesino, pero lo que
realmente sucede, es que una vez, Michael Lirracorref y Asomisch Atnutgerp,
vieron a Lecnip arrastrando una bolsa grande de basura alargada y que, según a
juzgar por las expresiones del hombre mientras la arrastraba, parecía pesada,
además de que aquel par, describió que su aspecto era perturbador, tenía muchos
golpes en el rostro y su cabello estaba muy alborotado, como si hubiese acabado
de tener una intensa pelea en algún
lugar, y al haber matado a su oponente, intentara ocultar el cadáver. Ningún
trabajador sabe si es verdad, pues Michael y Asomisch no son precisamente
personas que te cuenten hechos reales tal y como sucedieron, tienen la terrible
costumbre de exagerar todo y agregarle un par de detalles inexistentes, no obstante,
el día que relataron lo que vieron, parecían más nerviosos de lo normal, y no
se detenían ni un solo segundo a pensar que cosa inventar para hacer del
chisme, una historia más interesante.
Elsa escuchó el relato de
Michael y Asomisch, ella analizó todo lo que dijeron y cada uno de sus movimientos,
al hacerlo, concluyó que era verdad. Por ello hubiese preferido la señora, mil
veces, que fuera un espectro aterrador incorpóreo, a un verdadero asesino en
carne y hueso.
-¡Ay señor Lecnip, me ha
dado un susto de muerte!- comenzó Elsa para después soltar una risa nerviosa.
-Lo he notado señora
Boneless, pero no debe preocuparse, tan solo soy yo- entiendo que a la pobre
Elsa le aterre la presencia de Ajubrub, incluso sus movimientos calmados y
lentos, que le dan el efecto de levitar, producen una sensación de nerviosismo
intenso en aquel que lo mire -¡Oh! Buen día LePap- saluda Ajubrub al reparar en
que Nofarrag está en la habitación un paso atrás de Elsa
-Lecnip- responde Nofarrag
de modo cortante y seco a modo de saludo. Si al anciano le hubieran visto
arrastrar aquello bolsa con forma de cadáver, todos le tendrían el triple de
miedo del que ya le tienen.
-¿Qué los trae al Cubo?-
prosigue Ajubrub
LePap está abriendo la boca
para contestar a la pregunta, pero inmediatamente Elsa, aun temblando del
miedo, le arrebata la palabra, más por nervios que por ganas de hablar.
-Bueno, es que LePap se ha
mojado en la lluvia y el señor Odacrem nos dijo que viniéramos por un uniforme
seco para evitar que cayera enfermo-
-Ah, ya veo- responde
Ajubrub mientras consulta un papel en el escritorio, el cual es una lista con
los nombres de todos los empleados y la talla de uniforme que se les dio cuando
comenzaron a trabajar en el supermercado. Mientras pasa su dedo por cada nombre,
va repitiendo en voz baja el apellido de Nofarrag, hasta que por fin detiene súbitamente
su dedo índice, tal como un cuchillo cuando es lanzado contra una pared y queda
incrustado en ella –aquí está tu talla LePap, esperen un momento aquí, voy a
buscarlo- el hombre se levanta y desaparece en el laberinto de ropa acomodada
en el lugar.
Están en silencio y por fin
Elsa, un poco más calmada, se atreve a romper el abrumador estado sin ruido, para
iniciar nuevamente una conversación con Nofarrag.
-Ay Nof, casi me da un
infarto- dice Elsa tocándose el pecho.
-Ah ¿En serio?- le contesta
LePap, cortante y seco como siempre.
-Sí mira, siente- Elsa toma
la mano de LePap y la pone en su pecho de una manera atrevida y poco usual para
ella y la personalidad de Nofarrag. Billy, Acinbo y yo, estallamos en sonoras
carcajadas por la única frase que aparece en la mente del anciano ante el
ocurrente hecho que está sucediendo: ¡Ah chinga!. No podemos controlar la risa,
al pobre viejo no se le ocurre nada que decir, Acinbo, toma un poco de aire
para decir algo, pero apenas está empezando lo que va decir y vuelve a reírse.
Una vez calmados los tres, a Nofarrag se le ocurre algo que decir.
-Oh sí… estas… estas muy
exaltada- dice abriendo mucho los ojos, mirando fijamente la nariz de Elsa,
pues ni siquiera los ojos de la mujer puede mirar. Justo en ese momento regresa
Lecnip a donde están ellos, con el uniforme entre las manos, pero no puede
evitar mirar la mano del anciano tomada por la de Elsa, en el pecho de la
señora. Su rostro calmado y mortal adquiere una expresión incomoda como la que
puso Billy hace un rato.
-Aquí está el uniforme-
Elsa, no había visto a
Lecnip y cuando lo escucha vuelve a soltar otro gritito asustado, lanzando la
mano de LePap fuera de donde estaba.
-Muchas gracias señor
Lecnip, un placer- Elsa ni siquiera le da al joven Ajubrub la oportunidad de
despedirse, cuando sale a paso veloz de la habitación, no sabe si por pena o
por el miedo que le da ese hombre. Nofarrag la sigue afuera.
-Deberíamos aprovechar y
descubrir los secretos del Cubo antes de irnos, Nof, ven sígueme- el viejo
también siente curiosidad, por conocer al lugar, así que accede de inmediato
sin pero alguno a la propuesta de Elsa con un
-Está bien-
Unos pasos más al fondo en
el pasillo se encuentran con una puerta, mucho más simple y normal que la de
los uniformes, la cual dice en un cartel de plástico con letras impresas en color negro:
“Cambiadores”. Elsa le enseña el cartel a LePap y este entiende de inmediato lo
que ella quiere decir, por eso abre la puerta. Está obscuro pero después
detentar un par de segundos en la pared, se topa con un interruptor que al accionarlo, enciende de
inmediato la iluminación. Por el abandono y el secreto interior del Cubo,
cualquiera pensaría que el lugar sería sucio y descuidado, pero no, realmente
los cambiadores estaban muchos más limpios que el temible almacén de uniformes.
Incluso más que los pasillos del supermercado. Elsa se queda afuera esperando
mientras Nofarrag se cambia. Al cabo de 2 minutos sale LePap con su uniforme
seco a la medida. Por el tiempo que ha pasado de que estuvo afuera mojándose, y
el que estuvieron buscando los uniformes, su cabello ya se ha secado y no corre
el peligro de enfermarse.
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