10. Un dibujo con historia
Pero eso, tan solo fue un
pequeño toque del verdadero y muy amplio conocimiento en las ramas de la
historia, la biología, la literatura y la anatomía humana, del maldito anciano.
Yo siempre me preguntaba por
qué sabía tanto de todo, pero hoy que tomé la narración de su vida, me he
enterado de que su solitario, triste y vasto tiempo libre, saliendo del trabajo,
lo utiliza en llenar su mente de información, de ampliar la capacidad de almacenar,
recibir y adquirir datos en su cerebro. Por esa razón, en lo que se terminan
una cubeta de dos litros de helado de fresa, entre los dos ancianos, yo les
contaré una historia del pasado, pero tranquilos, no es desagradable y poco
grata para los delicados, compasivos y suaves sentimientos humanos. No. Nada de
eso. Por el contrario les hablare de los logros del viejo en su infancia,
cuando en vez de ser el agrio anciano, era el niño gruñón de la silla al fondo,
aquel que no hablaba con nadie y que, al igual que Ajubrub, le inventaron una
chisme en el cual, él había matado a alguien.
¡Oh vaya!
Pensé que podría contarles
un logro de Nofarrag, pero creo que esta historia en extremo trágica y cruel,
influye mucho más en la vida actual de LePap, que los logros que tuvo en las típicas
y casuales ferias de ciencia con niños prodigio de quinto año, dejando en ridículo
a los mocosos de secundaria.
De antemano lo lamento muchísimo,
pero si queremos conocer a Nofarrag, debemos hablar de lo que realmente es y no
lo que pudo llegar a ser de haber tenido una actitud mejor con la vida y una
suerte mejor, porque a pesar de haber tenido mucho dinero, él no era feliz.
Todo comienza en una soleada
mañana de un delicioso, cálido y romántico, nueve de abril de 1940. Nofarrag,
de costumbre molesto con la nada, estaba sentado en un esquina de su salón
haciendo dibujos, mientras los demás niños jugaban en los pasillos de la
escuela durante el receso. Tan solo veía su libreta, mientras un dirigible
comenzaba a tomar forma en aquella delicada hoja de un color blanco apagado, un
poco sucio debido al grafito soltado por el lápiz, que su mano paseaba de un
lado a otro.
He de decir que ese día por
la noche, arrugó la hoja y la tiró en la acera mientras regresaba a su casa,
luego de haber dado vueltas en la ciudad y la comisaria, por el accidente que
sucedió en la mañana, por el cual, fue inculpado por los niños que le tenían miedo
y que estos fomentaban contando historias tontas a otros chiquillos crédulos,
no obstante, ese dibujo lo tomó un narrador, de nombre Francisco Foglia Rizzo,
el cual disfrutaba de unas vacaciones luego de haber narrado la vida de una
pareja feliz que terminó por casarse en una romántica boda, con un pastel enorme
y mas de ochenta invitados. Al ver a aquel pequeño, arrojando una bola arrugada
de papel en la acera, no pudo evitar el curiosear, desdoblar la hoja y fascinarse
con un hermoso dibujo. Foglia tuvo que chocar con el niño de manera “accidental”
para poder identificarlo, saber su nombre e informarse de su vida a su regreso.
Lamentablemente en ese “ligero” choque, lo tiró por accidente, sintiéndose totalmente
miserable haciendo, sin intención, al niño comprender que la vida y las
personas, tal vez no lo querían demasiado. Francisco, o simplemente Francis,
supo de inmediato que aquel niño era el nieto del hombre de su última narración
más exitosa, por ello atesoró el dibujo con gusto, y ahora se encuentra en el
salón de las reliquias que son parte de las historias narradas más famosas por aquí
arriba.
Pero ese dibujo, no es tan
solo un objeto relacionado con una historia que produjo fama.
No. Ese dibujo tiene una
historia que después de sesenta y ocho años, voy a contar.
-Que ambicioso Bremon, por
eso te adoran Muerte y Evelyn- me interrumpe Vida a través de la bocina, pero
en vez de decir algo, tan solo me limito a guiñar un ojo.
Como estaba diciendo, ese
dibujo además de una historia, tiene una mancha de sangre seca.
Nofarrag arrancó la hoja de
su libreta, con el dibujo terminado y la guardó en el bolsillo de su pantalón.
Como ya no encontraba que más hacer en los largos y aburridos treinta minutos
que suponían el receso para comer, se dispuso a salir para dar un tranquilo
paseo por los pasillos con un barandal mal hecho, fácil de caerse.
Tarareando en su cabeza para
sí mismo, Nof, anduvo unos cuantos minutos después de haber salido de su salón,
pensando en el peligro que había en el hecho de que un grupo de niños revoltosos
y juguetones estuvieran corriendo en esos estúpidos pasillos. Como era de
esperase, luego de diez minutos de andar, se hartó y se dispuso a regresar a su
aula de clases. Pero igualmente predecible, algo pasó en el camino y de una manera
terriblemente trágica, estuvo relacionado con LePap.
El chico más grande del
grupo, se tropezó, con una niña que se estaba agachando a recoger un lápiz. Pero
de alguna forma, su tropiezo lo hizo ir a estamparse contra el barandal aquel, haciéndolo
caer. Nadie se explica cómo sucedió el golpe, para provocar la caída del
barandal de un piso completo. Los niños al nivel del suelo lo notaron a tiempo,
y corriendo a una zona segura, quedaron a salvo todos de las barras metálicas que
cayeron con un estruendo infernal al suelo. El chico se logró agarrar al piso
con su débil mano derecha. Nofarrag que estaba junto, a diferencia de los demás
alumnos que bajaron corriendo aterrados por las escaleras, se quedó ahí.
El heroico Nofarrag de ocho
años de edad, se acercó valiente a lo que se había convertido en un barranco con
una larga y letal caída. Tomó la mano del niño, que estaba comenzando a ceder
ante la maligna y cruel fuerza de gravedad terrestre.
-Ayúdame a subirte- dijo Nof.
Pero el niño ya había caído en ese estado mental que nubla el juicio y lo único
en lo que logra enfocar la concentración, es en los peligros cercanos y no en
las posibles soluciones. Estaba petrificado del miedo, lo cual LePap notó de
inmediato.
Salvar la vida del niño,
ahora solo dependía de él. Fuerte carga para un pequeño de ocho años, con unos
maestros que en vez de subir a ayudar, decidieron llamar a la policía para que
se encargaran. A nadie le gusta ensuciarse las manos.
El sudor del petrificado
aumentó de manera considerable, y los esfuerzos de Nof por sostener a un chico más
alto que él, aportaban el triple de sudor a sus pequeñas manos, las cuales al
final no soportaron más.
Es la fecha en que Nofarrag,
no olvida los ojos totalmente blancos con iris azul del chico mientras este
caía. Nunca podrá olvidar ver como su cuerpo se dejaba atraer por la Tierra, de
una manera grotescamente rápida, y por supuesto, tampoco olvidará la imagen del
niño cuando cayó al suelo. En la actualidad intenta cambiar el cuerpo del niño
por una construcción frágil de bloques de lego, en su memoria. Sin embargo, no
importante que cosa intenté, nunca podrá olvidar que se le resbaló la mano de
alguien a quien intentó salvar. Nunca podrá quitarse el peso de la muerte de un
inocente.
Unos maestros se llevaron a otro
lado a los chicos que estaban en el suelo, para que no vieran al niño estampado
en el concreto, mientras que la maestra de Nof, subió por él.
Lo abrazó, como si hubiese
sido una madre, intentando reconfortarlo, intentando pegar con pegamento en
barra un corazón de porcelana, roto en miles de pedazos.
Nofarrag estaba en shock, no
podía hablar, llorar, gritar, o dejarse caer al vacío, que en ese momento lo
deseaba más que nada en el mundo por haber fallado. Tan solo estaba con la
mirada fija en la nada. La maestra le tomó su mano, la cual estaba llena de
sangre, pues el recién fallecido niño se había lastimado al sujetarse el mismo,
antes de que LePap llegara en su auxilio. Esa pequeña mano, poco a poco se
escondió en el bolsillo donde se encontraba el dibujo del dirigible.
El resto del día de Nofarrag
se tornó obscuro, dentro de oficinas, tomas de declaraciones y todos los
protocolos que le hicieron pasar a un niño que acababa de sufrir una experiencia
traumática.
Por los menos, los profesores
vieron lo que intentó hacer Nofarrag, porque todos los niños aseguraban que
LePap, había empujado al chico.
Al haber concluido la última
entrevista que le hicieron, su tía Elizabeth lo dejó comprarse un helado, pero Nof
decidió bajarse solo. Al estar fuera del coche, lanzó su dibujo ensangrentado lo
más lejos que pudo.
Al salir de la tienda de
helados, un hombre con una gabardina de color negro y sombrero tipo, chocó
contra él haciéndolo caer al suelo, derribando su helado y dando lugar a un raspón
en su mano. LePap, no dijo nada, tan solo se levantó sin hacer el menor caso a
aquel grosero caballero o a su postre caído, tan solo llegó al coche, se subió,
para después argumentar que no se le antojó ningún helado, para no hacer un lio
del hecho de que un desconocido acababa de tirarlo
El peor día de la infancia
consciente de Nofarrag LePap.
Comentarios
Publicar un comentario