Nofarrag LePap: 9. La voz al teléfono

9. La voz al teléfono
La manera lenta, calmada, y pausada de girarse para apreciar el interior de aquella puerta, le dio un aire de total suspenso y terror al ambiente de aquel lugar. Elsa comenzó a hacer una lista en su cabeza de las cosas que tal vez podían aparecerse repentinamente ante ellos, pero ciertamente lo que primero se le ocurrió fue el señor Lecnip, alzando un hacha, preparado para cortarles la cabeza de un tajo a ambos ancianos, como si de una vil y simple papa de la cocina se tratase. Pero lo que se encontraron, era mucho peor, mucho más grande y en extremo más frio de lo que cualquiera de nosotros pudiera pensar, pues ante ellos se hallaba una pared blanca reforzada, con una puerta metálica de dos metros de altura en su centro y una manija igualmente de metal para poder abrirla.
-¿Deberíamos entrar?- pregunta seria y titubeante, con el corazón latiendo a todo lo que da, la asustada Elsa Boneless.
-Sí- le responde con un semblante serio, pero sorprendido, el agrio viejo.
Entonces los dos comienzan a recorrer los dos metros que los separan de aquella puerta, dándole una magnifica sensación de aventura y horror en cada paso a su muy simple acción de avanzar. Mientras LePap posa su mano en aquella fría manija, Elsa, sin dudarlo se aferra a su brazo contrario al que está tomando la manija. En vez de tomar un poco de la tranquilidad del anciano, lo que hace es transmitirle su nerviosismo, mediante los temblores que ella ya comienza a sentir por el aire congelado que oculta aquel cuarto.
Por fin gira la manija en su totalidad, así comienza con la tarea de empujar la pesada y tosca puerta. Por dentro todo está muy obscuro, sin embargo a medio abrir se enciende automáticamente una luz blanca que le da un aspecto más frío, a lo que parece una helada invernal en el interior. De pronto Nofarrag suelta un grito de terror haciendo saltar a Elsa a su lado…
Oh, está sonando el teléfono aquí en la sala de narración. Lamento mucho interrumpir, pero debo contestar.
Descuelgo y como de costumbre digo lo que las personas normales dicen al contestar una llamada.
-¿Bueno?-  pero lo único que se escucha es la nada, un completo abismo de silencio se encuentra al otro lado de la línea, así que considero el hecho de que la persona del otro lado, piensa que no he contestado, por ello repito mi pregunta pero en un tono más alto, sin perder mi tono amable, claro -Buen día ¿Quién habla?- pero no hay respuesta alguna. La única diferencia ahora es que se escucha la típica nieve de los televisores cuando no tienen señal de antena, o simplemente, esta es lo suficientemente mala como para producir dicho sonido. Lo intento una vez más pero adquiriendo un aire más fuerte y molesto. Para mi sorpresa, ya hay una respuesta, pero son números, pronunciados por una voz ronca que no puedo identificar si es de un hombre o una mujer, mayores de edad, pues hasta cierto punto me parece que hablan a la vez mas de dos personas.
-Tres, veintidós, nueve, cuatro, uno, veintiuno…- pero me veo en la necesidad de interrumpir aquella voz.
-¡Quien habla!- sintiéndome intranquilo elevo la voz, sin embargo, esta no se detiene a pesar de que yo esté hablando.
-Cinco, cero, doce, uno, cero, cinco, veinte-
-¡Le juro que si no se detiene comenzare a rastrear su número!- no surte el efecto deseado mi amenaza.
-Diecisiete, uno, doce, cuatro, uno, cero-
-Escúcheme bien, idiota, si vuelve a llamar con esta clase de estúpida broma, le voy a buscar y cuando le encuen…- me interrumpe aquella voz perturbadora, al colgar el teléfono de su lado y dejar el mío con un zumbido seguido de un ruidito intermitente de que debería colgar yo también el teléfono para poder recibir llamadas. Noto que Acinbo está con Vida detrás del cristal escuchando aquella llamada por el otro teléfono. Vida me está mirando mientras yo no me puedo explicar lo que acaba de suceder. Acinbo enciende la bocina para que yo pueda escuchar a Vida.
-Tranquilo Bremon, esto ha pasado desde hace mucho y nadie sabe que es lo que significa-
-¡¿Qué?!-
-¿Cómo que qué?
-¡Como, carajo pretendes que esté tranquilo! Siento que acabo de hablar con un asqueroso demonio ¡¿Y me pides que esté tranquilo?!-
-Cálmate Bremon, a la gran mayoría de los narradores les ha sucedido esto, solo que nadie lo cuenta por la naturaleza desconocida de este persona… de esta voz. En algún momento les iba a pasar a ustedes-
-Lo dices tan natural y calmada-
-Es mi trabajo ser natural y calmada-
-Y a pesar de eso, no tienes ni la menor idea de quién o qué puede ser ¿Cierto?-
Vida se queda callada pensando su respuesta, moldeándola para lograr satisfacerme de alguna manera, pero al no encontrar el modo correcto suelta un suspiro seguido de sus dichosas pruebas.
-Lo único que sabemos es que no es mortal, lamentablemente, tampoco es alguien.
“Cuando empezó esta situación, allá por los años 50´s, nos dimos a la tarea de buscar al que hacía estas llamadas, que comúnmente son cinco a diez por mes y suelen ser para uno o dos narradores. La búsqueda inició y el primer año, tan solo estábamos pendientes para escuchar cualquier llamada de estas y por esa razón desarrollamos el grabador de llamadas, de este modo, si nos perdíamos una, la podíamos escuchar más tarde sin problema alguno. El detalle es que no servía de nada escucharlos y tener todos los números dictados, si no teníamos ni la más mínima remota idea de lo que tal vez podían significar”
“Seguimos con la “caza y captura” de estos números, hasta que un día a un narrador, que ya debe haber muerto en su segunda vida en la Tierra, se le ocurrió rastrear estas llamadas, lo cual, tampoco sirvió de mucho, por no decir nada”
“Ahora, ponme atención, porque aquí viene la parte interesante o perturbadora, como tú le dices, del asunto. Fue una tarea extremadamente fácil rastrear las llamadas, las cuales nos llevaron a distintos teléfonos distribuidos al azar en todo el edificio, sin aparente conexión alguna entre los narradores que tenían esos teléfonos de donde supuestamente se hacía la llamada, al cabo de tres meses, teníamos a diez sospechosos, a los cuales seguimos y espiamos durante el cuarto mes, lo cual nos llevó a pensar que no era una sola persona y por ese mismo motivo se puede apreciar más de una voz dictando los números en la línea”
“El problema surgió cuando llamaron a una de las oficinas principales, por donde justamente yo y Muerte íbamos pasando; la narradora que estaba era Wendolyn Pofry”
“No dudamos ni un segundo, Muerte y yo en quitarle el teléfono y escuchar la llamada, llegó de inmediato el rastreador pero lo que nos perturbó demasiado fue que el teléfono del que se estaba haciendo la llamada, era el mismo al que estaban llamando”
“Fue entonces cuando dejamos de rastrear las llamadas y de seguir a los supuestos sospechosos. Lo único que no dejamos de hacer fue seguir anotando los números dictados, que parecen ser un código extraño, indescifrable hasta ahora”
-Está bien- contesto un poco preocupado, ante la historia que acaba de contar Vida.
-Pero…- suelta un “bah” despreocupada, intentándole quitar importancia al asunto.        -No te preocupes Bremon, que no es nada malo, digo, si no sabemos lo que es, no puede ser nada ¿Verdad?-
Asiento lentamente con la cabeza, fingiendo que no estoy ni siquiera un poco preocupado por lo que parece ser un fantasma loco, aterrorizando la oficina desde hace ya casi más de cincuenta años. Así que prosigo con la narración de Nofarrag, pues no me queda de otra…
¿En qué me quede? ¡Ah sí!
Elsa lanza un grito de terror igual que el de LePap, sin siquiera saber qué es lo que hay dentro del congelador aquel. Después de escuchar a Elsa gritar, Nofarrag se pone nuevamente serio.
La anciana lo nota de inmediato y se da cuenta de que tan solo fue una ocurrente broma del anciano que casi nunca, por no decir jamás, hace bromas.
-No grites… es tan solo helado- le dice despreocupado el viejo a Elsa.
-Pero tú gritaste, maldito-
-Fue una broma-
-Malo-
-¿Te apetece algún sabor de nieve? Ya que por lo visto aquí están todos los de la línea de “Tommy Congelado”-
-Más le vale, Nof, abrir uno de fresa de inmediato antes de que intente ahorcarlo-
Nofarrag vuelve a sonreír de “oreja a oreja”, para después tomar una cubeta de fresa, abrirla y rascar con una pequeña palita para nieve de sabor, colgada en la pared y así sacar una bola para cada uno.
Salen con la cubeta entre los brazos después de diez minutos, comiéndose su contenido a la ante sala donde no hace tanto frío. Cuando llegaron no notaron la presencia de unos bancos de madera parecidos a los de los parques, pero sin la parte que sirve para recargar la espalda. Sin embargo pueden recargarse, pues están pegados a la pared, y esta última ayuda con lo de recargarse.
Elsa comienza a hacer a muecas, mientras asegura que se está congelando su cerebro por la baja temperatura del trozo de helado que acaba de meter a su boca.
-No hagas drama, tu cerebro no se congelo- Regaña Nof a Elsa
-Pero así se siente- le responde Elsa alargando la última E, para enfatizar su dolor en la cabeza.
-Sucede por el aumento del riego sanguíneo en una arteria situada en tu cerebro, lo cual produce un aumento en el tamaño de dicha arteria y ello hace que percibas una especie de dolor en tu cabeza-
-¿Se supone que eso debería tranquilizarme?-
-Sí-
-¿Por qué?- pregunta Elsa perpleja
-Porque es absolutamente inocuo-
-¿Cómo dices?-
-Que no hace ningún daño, tan solo aumenta su tamaño la arteria y luego vuelve a su tamaño normal, o sea, no pasa nada-

-Oh- Elsa queda maravillada con la explicación de Nofarrag sobre los cerebros congelados, mientras vuelve a darse un gran bocado de helado de fresa, sin preocupación alguna por lo que pueda suceder, pues según lo que acaba de decir Nof, no pasa nada, tan solo se siente un poco feo.

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