11. Inhumano
Al terminar de relatar ese
triste recuerdo de la historia de un pequeño al que la vida no trató muy bien,
me veo interrumpido por el maldito Acinbo, a quien unos momentos antes, Vida le
susurraba algo al oído.
-Bremon, eres terrible
¿Sabes?- despectivo me juzga.
-¿Terrible dices?- le
contesto mientras aprieto el lapicero para notas que tengo en mi mano.
-Sí, eres terrible, terrible
al contar las penas de Nofarrag con tanta pasión y entusiasmo, Vida y yo
creemos que tal vez te afectó un poco lo que ha estado pasando, deberías dejar
esto un momento y tomarte un descanso de al menos una hora- aconseja el
entrometido, al que nadie le pidió su opinión.
-Tal vez-
Billy, observa callado como
mis manos se convierten en puños al escuchar los estúpidos consejos de Acinbo.
Al final de cuentas y por mucho que me desespere Billy, me conoce más que todos
aquí y él sabe que es la peor de las ideas interrumpirme para decirme como
hacer mi trabajo.
-Son momentos difíciles y
esta es una historia muy triste- Sigue juzgando el preocupado Acinbo, pero ya
no puedo evitar ser amable ante sus múltiples bombardeos de comentarios inútiles
que nadie solicitó, y que podría asegurar, vienen de Vida.
-Muchos opinan que una
historia debería ser linda y tierna, sacarte de la realidad para sumergirte en
un hermoso mundo fantástico lleno de alegría y aventuras locas, que solo le
suceden a personas igualmente locas, pero no, yo pienso que una buena historia
debe ser como un cuchillo, como una lanza con la punta cubierta de la más letal
y mortífera de todas las toxinas.
“Oh sí, esa sí es una
historia, aquella que te hace sufrir, que te hace enojar, te pone los nervios
de punta y sobre todo te hace querer golpear al bastardo que si quiera pensó en
contarla, que en este caso, soy yo. Pero tú y todos los demás deben entender
que esta historia no la escribí yo, no sale de mi imaginación, yo soy tan solo
el narrador que la está contando, soy el desgraciado, simple y único mal nacido
que se atrevió a verdaderamente contar la historia de Nofarrag LePap”
“Es el anciano más famoso aquí
arriba, vaya, ni siquiera Abraham Lincoln fue tan famoso aquí. Hay quienes ni
siquiera lo entienden, existen aquellos que no pueden concebir, como es que en
un par de años, el viejo se convirtió en la figura más venerada en toda la
oficina. ¡Ni siquiera yo me lo puedo explicar a veces, así como no puedo
entender cómo es que estoy soportando contar esta terrible tragedia, llena de
dolor, sufrimiento, ira, odio, desesperación y muerte!”
Le grito para después golpear
la mesa con los puños.
-Este anciano, me debería causar
problemas, me debería hacer llorar y gritar, sentir auto desprecio por el
desgarrador hecho de sentir emoción y alegría al contar su historia ¡Pero no! Ni
siquiera en lo más mínimo y dudo muchísimo que me despierte por las noches
siguientes, odiándome por ver el mundo a través de sus ojos, y husmear
despreocupado en sus pensamientos y recuerdos-
“Tal vez sea cierto, tal vez
sí soy el verdadero monstruo aquí. Tal vez el hombre conejo tiene razón en que
somos unos chismosos, unos desgraciados bastardos, al mofarnos de las
tormentosas e insignificantes vidas de los humanos. Tal vez, debería dejar todo
a un lado, y regresar a la tierra a volver a morir, a manos de alguien a quien
ni siquiera le pude ver el rostro, a manos de un borracho que me arrebato mi vida por el papel
en mi billetera”
“Tal vez”
“Tal vez debería hacer o
dejar de hacer muchísimas cosas, pero créanme que hoy no, no me detendré ante
nada, debo narrar esto, debo terminar y lograr ser recordado como el mejor
narrador de todos los tiempos. La historia de Nofarrag LePap trascendió los límites
de una simple tragedia cruel, contada a modo de un chiste malo, ahora se ha
metamorfoseado en algo mucho más grande, pues un enemigo público se ha
involucrado. No puedo, dejar a un lado esto y mucho menos sentir pena por
disfrutarlo, por regocijarme al observar el dolor de otro”
“Por esa simple e insignificante
razón, les pido a ustedes dos, que no me vengan a decir cómo debo o no debo
hacer mi trabajo, no tienen derecho a siquiera hablar, opinar o juzgarme en mi
narración. Si la disfruto, es por que solía ser un escritor, un inventor de
historias ¡Así como todos los aquí presentes! Solía ser un romántico, que le
encantaba sentir el dolor, la pasión, alegría y sufrimiento de sus personajes.
Hubo un hombre que me quito la oportunidad de seguir publicando mis adoradas
historias, que me privo de sentirme lleno de vida al escribir. Existencia me da
la oportunidad de contar historias con mi toque aquí arriba sin restricción alguna,
así que no pueden, opinar ¡No tienen derecho!”
Miro al cristal molesto,
echando humo, con odio brotando de cada uno de los poros en mi piel, pero después
de observar el rostro aterrado de Acinbo, la mirada apenada de Vida, y a un
lado el rostro preocupado de Billy, me concentro en el reflejo del cristal, en
un rostro inhumano, una expresión llena de ira, en la cara de un monstruo. Siento
un líquido caliente en mis manos, y es mi propia sangre, brotando de heridas
llenas de cristales. La mesa está quebrada, tiene rupturas en todos lados y podría
asegurar que al más mínimo toque, se desplomaría en un millón de pedazos. Pero
el reflejo más aterrador, es el de la mesa. La imagen fragmentada de un ser
inhumano con gotas de sangre en todos lados.
Es en ese momento cuando me
doy cuenta de que la única persona relativamente mala en la sala de narración soy
yo, y no ellos.
Tal vez tengan razón, tal
vez si este alterado, tal vez sí este afectado, acabo de recibir una llamada
aterradora donde unas voces decían números sin sentido y mi narración se topó
con un loco capaz de matar a los humanos por burlarse de los narradores. Siento
como el mundo comienza a dar vueltas a mi alrededor, gradualmente me dejo caer
en la silla, sintiendo un frio invernal. Aun logro ver como los tres a quienes
acabo de tratar como basura corren en mi auxilio, y después, todo es
obscuridad.
Comentarios
Publicar un comentario