2. El Tarro
-Buenas noches-
dijeron los investigadores al entrar al pequeño local de hamburguesas en el
norte de la ciudad.
-¡Qué hay
compadres! ¿Qué les doy?- Un tipo de estatura promedio, con un poco de
sobrepeso, los saludó detrás del mostrador y el asador donde se preparaban las
hamburguesas.
-Me temo, que no
venimos por su comida- suenan enigmáticos.
-¿Ah no?- pregunta
el tipo, con aires de preocupación, sin hacer a un lado su carismática forma de
hablar para atraer clientes y buen ambiente a su establecimiento.
-No, tenemos
motivos para creer que su local puede estar involucrado en el robo que se
cometió esta mañana-
-¡Ah no mamen, yo
sólo hago hamburguesas, no soy un ladrón!-
-Puede ser, como
puede ser que no-
-No me chingues
hijo, mis ganancias son para mantener este local a flote y vivo solo, pa’que
vo’a querer más dinero-
-Tranquilo
señor…-
-Ernesto Lobos, a
su servicio-
-Mire señor
Lobos, usted parece un buen hombre y muchas veces hemos comido sus hamburguesas
en la oficina, lamentablemente su tarjeta de presentación cayó del bolsillo de alguien
en el lugar equivocado, en el momento exacto de un crimen-
-Ah, no mamen-
-Miré aquí está
la tarjeta-
-¡Son de las
nuevas!-
-¿Nuevas dice?-
-Estas, las
trajeron ayer, antes de abrir-
-Puede decirnos
quien vino ayer a su establecimiento-
-¿Cómo no hijo?
Bueno, pos, por suerte, no hay mucho que recordar, ayer esto estuvo bien
solito, vino una pareja y pidieron una hamburguesa gigante entre los dos,
nambre, ese par traía harta hambre, porque todavía, cuando se la acabaron, me
pidieron unas papas grandes, esa madre, alcanza pa’ cuatro personas como del
vuelo de ustedes, dense una idea. Pero yo no pensaría que esos estuvieron
involucrados en un robo, era muy románticos y se besuqueaban como si no hubiera
un mañana. Luego de ellos vino un muchacho…
-¿Un muchacho?-
-Sí caray-
-¿Cómo era?-
-Pos flaquito,
desguanzado, un mocoso con cara de pendejo. Gracioso, sí, pero pendejo. Le tuve
que explicar cómo cuatro veces que llevaba la hamburguesa sencilla y pa’l
colmo, no pidió ni una sencilla. Se fue luego luego con cuatro hamburguesas
“Atocinadas” y unas papas. Después de él, llegó un tipo bien alto. Hasta me dio
miedo el cabrón-
-¿Alto?-
-Sí caray, más
que ustedes-
-¿Que pidió?-
-Déjenme ver, por
que pidió tantas cosas, que hasta guardé la nota ¡Ah mire! Aquí ‘sta, se lo voy
a decir. Pidió: Dos “Hamburguesas gigantes”, cinco “Hamburguesas atocinadas”,
un “Hamburguesón”, dos “Hamburguesas sencillas”, seis “Hochitos sencillos”,
cuatro órdenes de “Papitas ricas” y tres órdenes de papas normales. Yo supongo
que era pa’ una fiesta o algo así como una reunión familiar de esas que se
arman de momento cuando llegan todos los tíos y sobrinos sin avisar-
-¿Fiesta? ¿Le
dijo que era una fiesta?-
-No, pero con eso
llenas a mucha gente, y eso quitando las papas-
-¿Cuántas
personas se pueden alimentar con esa cantidad de comida?-
-Pos depende el
hambre de cada uno, pero yo creo que como… dieciocho gentes, y eso quitando las
papas-
-¿Dieciocho?-
-Sí caray-
-Si lo dividimos
entre 6 personas, nos da a tres porciones para cada uno-
-Tres porciones,
si me las echo yo solito-
-No lo dudo…-
-Ah no mamen, no
me quieras agarrar de wey, hijo-
-¿Logró platicar
con ese tipo?-
-Pos yo le saco
platica hasta el más serio, pero ese cabrón, era una piedra, pa’ lo único que
me habló, fue pa’ ordenar la comida y pedirme una tarjeta-
-¿Cree poder
describir su rostro?-
-¡Que pasó! Yo no
le ando haciendo ojitos a tipos mamados-
-Sospechoso-
-Narizón, de ojo
verde, ni un solo pelo en la cara, muy bien peinado, hasta parecía puñal el
wey. Yo le calculo que habrá tenido unos veintitrés a lo mucho-
-¿Venía en
coche?-
-Sí, uno negro,
de esos de antes-
-¿No puede
reconocer el modelo?-
-Híjole, ahí sí
les quedo mal-
-No pasa nada…-
-No soy
sospechoso ¿Verdad?-
-No-
-Ah bueno…
¿Seguros que no quieren nada?-
-Pues ya que
estamos en ello ¿Qué lleva el “Hamburguesón”?-
-Esa es la
actitud compadres- Y así fue como terminó el pequeño interrogatorio al señor
Ernesto Lobos. El resto de la noche, los investigadores comieron seis porciones
de comida entre los dos mientras platicaban alegres, echando relajo con el buen
Ernesto Lobos.
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