El Bar
-¿Qué te sirvo
cariño?- se acercó la voluptuosa señorita que estaba atendiendo la barra esa
noche, al extraño tipo sentado en una esquina, totalmente solo, sin acompañante
alguno.
-Tequila-
Contesto tajante, pero distraído aquel muchacho
-Un tequila
enseguida para el caballero- se alejó brincando, haciendo mover todo su cuerpo
y las curvas que conformaban a este.
¿Por qué un tipo
tan seco y sombrío estaba en un bar tan extraña y perturbadoramente alegre, en
la ciudad? Nadie lo sabía, ni siquiera la chica que se acercó a coquetearle y
fue bruscamente rechazada, mucho menos el hombre al que ahorcó antes de entrar
y arrojo a uno de los contenedores de basura de la parte trasera, y obviamente,
menos el mismo tipo lo sabía. Por alguna extraña razón, fue a dar ahí, sin
recibir alguna explicación, de por qué su pago sería efectuado en dicho lugar.
-Un tequila para
ti- le puso el vaso justo enfrente de aquel hombre, para después inclinarse y
sonreírle de manera exótica y sucia en muchos sentidos -¿Cómo llegaste aquí?-
-No tengo ni la más
mínima idea-
-Pareces ser de
aquellos que van a los clubs más elegantes de la ciudad a tomar vodka o algo de
eso-
-De hecho, lo
soy-
-¡Ay sí, bombón,
lo sabía!-
-Claro que sí-
respondió sarcástico el sombrío hombre, quien apenas tenía 24 años de edad.
-¿Entonces que
haces aquí?-
-A veces a uno le
dan ganas de visitar los barrios bajos de la ciudad-
-Comúnmente es al
revés-
-Sí, lo sé, por
eso no puedo entender cómo es que a alguien se le ocurriría traerme aquí-
-No lo sé-
-Sé que no lo
sabes-
-¿Por qué eres
tan así?-
-¿”Tan así”?-
-Sí, así, como
que seco, medio acá malote, no lo sé. Incluso los ebrios motociclistas que vienen
aquí, tienen un aspecto más alegre que el tuyo-
-Ya te lo dije-
-Aun así, ningún
rico se pasea por aquí, más que para…- la chica adquiere un aire pensativo,
intentando averiguar si sus pensamientos son verdaderos.
-¿Más que para qué?-
-Huir, o hacer un
negocio sucio-
-¿Ah sí?-
-Eres uno de esos
¿Cierto?-
-Bueno, pequeña y
erótica señorita Holmes, ya dio en el punto-
-¡Ay sí, lo sabía!
Soy toda una detective-
-Espero que no, porque
si no estoy en serios problemas-
-¡Eres un loco!-
exclama después de soltar una carcajada triunfal.
-Tan solo soy un
asesino-
-¿Asesino?-
-Sí-
-Ay… eso me
prende- anuncia mientras se alborota el cabello, de una manera ridícula,
intentando parecer sexy.
-¿Moverte así te
funciona?-
-¿Moverme cómo?-
-¡Oh! Ya
entiendo, lo siento, no sabía que eras una zorra sin saberlo-
-Que grosero, si
vas a estar así ya me voy-
-Nadie quería
hablar contigo-
La chica
ofendida, le dedica una mirada antes de lanzar un escupitajo al vaso del tipo.
“Plop” se escucha al impactar con el contenido del vaso, la sustancia
proveniente de su boca.
-¡Muchas gracias!
Ahora tengo mi vaso de tequila, lleno de alguna ETS que contrajiste-
El lugar estaba
bastante tranquilo a pesar de ser la hora de más movimiento entre la economía
ilegal de aquel lugar de la ciudad. Pero no todo podía estar relajado tal como
el señor ebrio hasta los pies, acomodado en un rincón del lugar, con un poco de
vomito embarrado en su camisa roja a cuadros. De la nada se abrió la puerta del
lugar con un azote que rompió los cristales que esta poseía. Tal como sucedió
en el banco, entro alguien disparando, pero esta vez, no era un asesinato
disfrazado de robo.
No.
Se trataba de una
visita para cobrar una especie de tributo que tenían que pagar los dueños de
cada lugar en esa zona de la ciudad, para así evitar ser asesinados o asaltados
por el señor Zarza. Lamentablemente, la chica, debía ya un poco de dinero al terrible
Zarza. Pero lo que fue aún más terrible, fue que aquel sombrío joven, era bien
conocido por Zarza, gracias a un pequeño asunto, que incluía a la ex esposa de
Zarza y el joven, mientras Zarza no se encontraba en casa. El joven huyo, y
como es de esperarse de las endiabladas reacciones del buen Zarza, la esposa
desapareció.
-¡Hola Kate!-
-Señor Zarza, le
prometo que le pagaré lo antes posible, pero por favor ¡No me mate!- gritó la
chica aterrada, presa del pánico y los nervios. Luego de eso, el joven que no había
dicho una sola palabra, se giró para poder apreciar a su viejo enemigo.
-¡Tu! ¡Maldito!-
inició el temible cobrador.
-Es un gusto
verte Zarza-
-El gusto será mío
al matarte, bastardo de mierda-
-No eras a quien
esperaba, pero ya que estamos aquí…-
-Coincidiendo-
-En un bar que
nadie recordará-
-Me parece el
momento perfecto para equilibrar la balanza-
-Entonces me
quitaré la gabardina-
-¡Muchachos!-
ladró el terrible hombre a los dos matones que lo acompañaban –No me quiero
ensuciar las manos, así que déjenlo listo, para que el último golpe que sienta,
sea el mío-
Los dos se
pusieron en marcha y se acercaron veloces al joven, quien los esquivo. Golpes
se lanzaron en muchas direcciones. Botellas rotas cubrieron el suelo luego del
fiero combate. Alcohol regado se mezclaba con la sangre de los matones, quienes
después de unos cuantos minutos, cayeron muertos al suelo, literalmente.
Los mató a
golpes.
Zarza, era bien
conocido por haber sido un luchador callejero, lo cual lo hacía ser como un
perro rabioso en cualquier combate al que entrase.
-Inútiles- gruño a
los cadáveres antes de, él mismo, lanzarse contra el joven, quien a pesar de
haber podido zafarse de los dos gorilas de Zarza, recibió muchos puñetazos y su
jovial rostro, estaba amoratado, cubierto de sangre y algunos cristales.
Zarza, a pesar de
su agilidad, violenta y veloz, fue derribado de un solo movimiento por el
joven, quien de inmediato comenzó a golpearlo con un trozo de silla que estaba
cerca. El suelo se llenaba de sangre. El rostro de Zarza se desfiguraba y poco
a poco iba perdiendo, no solo la batalla, también la vida. Pero
sorpresivamente, se escuchó un estallido. Los feroces golpes cesaron y el joven
cayó al suelo con un hoyo en su frente.
-No soy ninguna
zorra, desgraciado- gruño la chica, al cuerpo inerte del joven.
-Me salvaste-
susurró Zarza con esfuerzo.
-¡Oh! Yo…- pero
justo antes de negar ser la supuesta salvadora de Zarza, la chica, más lista de
lo que parecía, corrió a su lado.
-Fue tan solo
ayudarle señor Zarza- dijo, mientras que, con demasiados esfuerzos, lo levantó
para poder atenderlo con todo lo que estaba a su alcance.
-Me salvaste
Kate-
-Sí, señor Zarza…
usted, ha sido muy bueno conmigo, le debía el favor-
-Tu cuenta esta más
que saldada muchacha, ahora yo soy el que te debe todo-
-No diga eso
señor Zarza-
-Por supuesto que
sí- respondió tajante el temible mafioso.
-Bueno, yo no soy
nadie para contradecirlo-
-Pues ahora, eres
alguien, Kate. Mañana reconstruyo este lugar, y tú te vas conmigo, a la ciudad-
Justo en ese
momento la puerta volvió a abrirse, dejando entrar el sonido de radios, sirenas
y conversaciones de miembros del cuerpo de policías. ¿Quién demonios los había llamado?
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