Las máscaras blancas:1. Declaraciones

Las máscaras blancas

1. Declaraciones

Testigo No. 1: Elias Kaberbol. Trabajador del Banco: Subdirector. Edad: 69
“A simple vista, parecían ladrones comunes. Llegaron al lugar, cargando pistolas bastante viejas y simples en el mundo de las armas, portando gabardinas de color azul grisáceo, los mismos tenis casuales con estampado de caricaturas infantiles, unos simples pantalones de mezclilla azul, con guantes y por supuesto mascaras. Mascaras en forma circular, de color blanco, lo suficientemente grandes para tapar su rostro entero, pero pequeñas para dejar al descubierto sus cabellos negros, impecable y pulcramente peinados. En donde estaban los ojos, había dos hoyos en forma de círculos perfectos con una especie de lagrimal resaltado en negro, al igual que el contorno de los ya mencionados círculos. Y hasta ahí, hubieran sido mascaras perfectas para mantener cierto anonimato durante el robo, pero abajo en el borde donde está el mentón, tenían marcados unos dientes que daban el aspecto de ser el cráneo macabro de un conejo sin nariz. Yo pensé que tomarían el dinero y como cualquier malhechor satisfecho, soltarían al banco y se irían al igual que todos. No obstante, eso no fue lo que sucedió…”

Testigo No. 2: Jennifer Otus. Civil. Edad: 53
“¡Yo estaba aterrorizada! La verdad no podía ni siquiera moverme, estaba gritando, yo tenía mucho, mucho miedo…
Señora Otus, le preguntamos por el aspecto de los ladrones, para poder identificarlos
¡Ay lo siento soy una tonta!
No llore
Perdón, perdón. Pues, tenían mascaras blancas, con dientes horripilantes como si hubieran salido de una película de terror, aunque estaban muy bien peinados y sus cubre todo azules, les daban la apariencia de seres de ultratumba. Era como si fueran la legión del mal.
¿Cuantos eran?
Antes de que me desmayara, yo vi a 6”

Testigo No. 3: Carolina Joyce. Trabajadora del Banco: Cajera. Edad: 66
“¿Cómo eran? Pues a pesar de llevar ropa muy casual debajo de esas gabardinas azules, todos tenían la misma ropa y las mismas máscaras, parecía un uniforme, informal, pero un uniforme. Dos de ellos eran muy altos, uno era muy bajo, y los otros tres tenían estaturas similares. Yo hubiese pensado que eran jóvenes estúpidos, a juzgar por sus peinados llenos de gel, pero parecían bastante coordinados en el acto, incluso, cuando inicio el tiroteo, parecían estar siguiendo pasos predeterminados”

Testigo No. 4: James Yong. Civil. Edad: 48
“Muchas gracias por su declaración señor Yong
Esperen
¿Sucede algo?
A uno de los altos, se le cayó esta tarjeta al salir
¿”El tarro”?
Es un puesto de hamburguesas al norte de la ciudad
Oh, muchas gracias señor Yong”

Testigo No. 5: Cesar Furtz. Civil. Edad: 33
“¿A qué se debe esta hostilidad señor Furtz?
¡Me enseñaron a no delatar, a no ser un maldito chismoso, y aun así estén investigando un asesino, mis principios no cambiaran por nada!
Eso nos hace verlo como sospechoso
Véanlo como les plazca, pero de mí no obtendrán nada”

Testigo No. 6: Eleonora Boneless. Civil. Edad: 63
“…Bueno, entraron por la puerta, disparando al techo, supongo que para lograr hacernos a todos caer al suelo sin oponer resistencia alguna. Durante todo el asalto no hicieron un solo ruido y sólo uno de ellos hablaba. Su voz era muy profunda e imponente, por ello supongo que se trataba del líder. Obviamente, este es uno de los bancos con mayor seguridad en toda la ciudad, así que en cuanto el líder gritó que se trataba de un asalto y comenzaron los disparos, los guardias se pusieron en marcha de inmediato. Eran 6 contra todo un cuerpo de seguridad. Cualquiera, al ver la gran diferencia de número, hubiera pensado que ni siquiera podrían llegar a las cajas, pero no fue así.
¿Qué pasó?
Al primer disparo, uno de los muchos oficiales, abrió fuego contra ellos, pero parecían estar mil veces más preparados que los policías, para cualquier cosa. Me siento mal por lo que diré, pero es necesario confesar que fue asombroso verlos combatir las balas y disparar a los policías. Parecía una coreografía bien planeada, cada cosa que hacía uno, el otro la sabía. Hubo un momento en el que estaban bailando y en cada paso lanzaban una bala. Se movían como… como bailarinas, incluso daban saltos y piruetas como en el ballet o la gimnasia. A pesar de ser fuertes y estruendosas explosiones, los disparos parecían estar conformando una orquesta violenta, dándole vida y música a su desvergonzado baile”

Testigo No. 7: Bianca Fitzgrol. Trabajadora del Banco: Cajera. Edad: 28
“¿Qué fue lo que les dijo al entrar, señorita Fitzgrol?
“Buenas noches damas y caballeros, nosotros somos “Las máscaras blancas” y hoy asaltaremos un Banco”

Testigo No. 8: Cameron Jackson. Trabajadora del banco: Secretaria. Edad: 46
“Sé que la estamos pidiendo mucho, pero necesitamos que nos diga lo que pasó
Sí, claro.
¿Entonces?
Bueno, pues el señor Pops escuchó la entrada de los ladrones y me ordenó a mí y a los demás que nos tirásemos al suelo y estuviéramos tranquilos. El activó la alarma para que llegara la policía, pero dijo que no estaba funcionando. Estuvimos unos dos minutos en el suelo, escuchando el tiroteo en las cajas del banco, hasta que cesó el fuego y la puerta se abrió con un azote violento y estruendoso. Entraron dos de los maleantes recargando la munición de sus armas y en cuanto el señor Pops miró sus máscaras blancas, palideció de inmediato y gritó “¡Ustedes! ¡No, por favor no!”, pero ellos no hicieron ni el menor caso a sus suplicas. Terminaron de cargar las armas y estiraron sus brazos hacia el señor Pops. Descargaron todas las balas en él. Y cuando cayó al suelo, no les bastó con su pecho agujereado y su rostro desfigurado, volvieron a cargar las armas y por segunda vez las vaciaron en el cuerpo inerte de Pops. Cuando por fin acabaron las interminables explosiones de sus pistolas, se retiraron a la puerta, antes de salir nos dirigieron una mirada amenazante y luego se fueron.
¿Cuánto dinero se llevaron?

Nada”

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