Las máscaras blancas: 5. Asalto al Banco

5. Asalto al Banco
-Buenos días señor Pops-
-Buenos días señora Jackson, supongo que le habrá ido bien en la comida de ayer con sus suegros-
-Oh, vaya, ¿Cómo lo sabe?-
-Por que trae una sonrisa alegre, lo cual hace notar, que ayer no hubo ningún drama, como es habitual en ese tipo de comidas-
-Pues está en lo correcto señor Pops-
-Siempre lo estoy, señora Jackson-
-Está bien- dijo pausadamente la señora Jackson, algo extrañada.
-¿Sabe en qué otra cosa, estoy en lo correcto?-
-¿Qué cosa?-
-En que usted me debe entregar las cuentas del trimestre anterior, hoy-
-Están en su escritorio desde antier señor Pops-
-¿Ah sí?-
-Sí, me dijo que si quería ir a la comida, debía terminar con ello, están ahí- anuncia Cameron mientras señala la torre de papeles junto a la computadora en el enorme e imponente escritorio de Pops.
-Ah, es verdad-
-Sí-
-Que bueno señora Jackson, que bueno-
Fue un momento bastante incómodo para la pobre mujer, que comenzó a ser amenazada por su desgraciado jefe, que se encargaba de hacerles, a todos en el banco, la vida imposible. Pero se dio la vuelta y cuando llegó a su escritorio, susurro para sí misma: “Ojalá se muera”. Maldición de la que muy pronto estaría arrepentida.
Mientras tanto, en las cajas del banco, estaba tranquila Carolina Joyce, pensando en lo que haría al salir de trabajar, probablemente iría a relajarse a su casa, o tal vez a dedicarse una noche especialmente para ella, yendo al cine a ver una película romántica y disfrutar burlándose de las escenas estúpidas de romance, mientras los demás espectadores lloran a mares con el corazón partido, pero sus tranquilos y agrios pensamientos se vieron interrumpidos por Bianca Fitzgrol, la joven que no llevaba muchos años en el banco, quien por cierto, llegó con un aire preocupado y un tono pálido en su piel.
-¿Y ahora tú? ¿Te encontraste a Pops?- preguntó Carolina.
-Peor aún-
-¿Hay alguien peor?-
-Kaberbol-
-Oh bueno, sí, es muy… tienes razón, pero no es peor-
-Me dijo que cuidara mi puesto-
-¿Por qué?-
-Dice que me quieren despedir-
-¿Y eso?-
-Lo mismo pregunté yo, pero sólo me dijo. “Tu sabrás”-
-Ay niña, tranquila, no estés asustada, es un idiota, a mí me han dicho eso tantas veces que ya perdí la cuenta y mira…-
-¿Qué miro?-
-¡Aquí sigo!-
-Oh bueno, es verdad, pero es que Pops ya me lo había dicho hace unos días-
-No te mortifiques por algo que les dicen a todos para, “mejorar” su rendimiento-
-Gracias Carolina-
-No hay de que niña-
-A veces me gustaría que la señora Jackson sea la que esté a cargo de este lugar-
-Y a mí una noche con Richard Gere-
-Ay está muy…- Pero Bianca se detuvo antes de utilizar la palabra viejo, ya que la señora Joyce tendría la misma edad que dicho actor, para sustituirla por una palabra que no hiriera la edad de la mujer –extraño-
-Extraño…- Aunque carolina ya sabía lo que obviamente iba decir la joven –Sí-
-¿Oye tú tienes señal?-
-No, ni siquiera sirven los teléfonos del Banco-
A unos metros de su conversación estaba un hombre de ojos rasgados, haciendo un retiro, cuando se escuchó un fuerte golpe en la entrada, seguido de violentos disparos al techo, mientras entraba una banda de asaltantes.
-Buenas noches damas y caballeros, nosotros somos “Las máscaras blancas” y hoy asaltaremos un Banco- anunció uno de ellos.
-Una terrible decisión el asaltar este banco- gruño uno de los empleados de seguridad antes de abrir fuego contra aquellos desgraciados, fue en ese momento que el tiroteo inicio. A pesar del gran número del personal de seguridad, el grupo de bandidos logró esquivar todas las descargas, con una especie de danza llena de gracia y elegancia.
En la oficina donde se encontraba el señor Pops, no se alcanzó a escuchar un solo tiro y nadie lo hubiera notado de no haber sido por el buen oído del hombre aquel.
-Tírense al suelo-
-¿Qué?- pregunto el señor Mendralo.
-¡Al suelo!- después de esa terrible advertencia, todos los trabajadores hicieron caso de inmediato.
-¿Que sucede señor Pops?- preguntó Cameron.
-Escuchen bien-
-¡Disparos!- gritó alarmada la señora Fortuna.
-Tranquilos, no pasa nada-
-Están asaltando el Banco- mencionó aterrado el señor Verduzco.
-A partir de ahora, solo hay un par de opciones, la primera, es que los de seguridad, logran detenerlos, la segunda es que no lo logran y los ladrones se llevan el dinero y se van. Me gusta la primera y son demasiados guardias para un simple grupo de bandidos-
-¿Que hacemos señor Pops?- preguntó Mendralo.
-Ya activé la alarma pero no está funcionando. Si son rápidos, sólo se llevan lo de las cajas y se van, por ahora, debemos estar clamados- y así estuvieron dos minutos antes de que los disparos terminasen, pero el problema es que Pops, no contempló una tercera opción, en la que se abría la puerta de la zona donde estaban, y entraban dos asaltantes a matarlo, la cual, fue la que sucedió.
La puerta se azotó.
Entraron dos asaltantes armados.
Recargaron sus armas.
Caminaron hacía Pops.
Reconoció de quienes se trataba.
-¡Ustedes! ¡No, por favor no!- fueron las últimas palabras del hombre.
Abrieron fuego.
El cuerpo ensangrentado cayó al suelo.
Recargaron sus armas.
Volvieron a vaciar sus balas en la carne desfigurada del cuerpo.
A uno de ellos se le manchó la ropa con un poco de sangre del director del banco, pero ni siquiera lo notó, en cambio, se dirigió con su compañero a la puerta por la que entraron, y antes de salir, este último, les dirigió una mirada a los presentes que ni siquiera habían gritado mientras ellos masacraban a Pops. 

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