6. Amor loco
-Excelente
muchachos, me sorprendieron demasiado el día de hoy- felicitó la voz, artificialmente
profunda, al teléfono a los 5 jóvenes que se habían hecho cargo con éxito del
asesinato del señor Roman Pops –Es un verdadero placer haber podido ser testigo
de sus excelentes servicios…-
-Basta de elogios
hombre- interrumpió el asaltante más viejo, de 25 años de edad.
-Sí- agregó la
más joven de los asaltantes, quien tenía 20 años –Queremos el dinero-
-Cada uno sabe a
dónde debe ir dentro de una hora, para recibir su pago por el trabajo-
respondió a sus quejas la voz.
-¿Por qué nos
cita en lugares distintos a la misma hora?- preguntó intrigado uno de
los seis, quien tenía 24 años de edad.
-Entenderán
personas en su posición, que es para mantener cierto anonimato y evitar que mi
nombre sea expuesto por alguna u otra circunstancia-
-Lo entendemos
bien- se apresuró el que tenía 23 años de edad.
-Ya que quedó
perfectamente claro, espero su presencia en los lugares indicados en una hora
¿Entendido?-
-Entendido-
respondieron a coro los cinco jóvenes.
-Nos vemos- Se
despidió la voz al teléfono, antes de colgar.
Todos se quedaron
un momento en silencio pensando lo mismo que preguntó el joven de 24 años, al
irrumpir en el silencio que reinaba en la sala de la casa de la muchacha de 21
años.
-¿Quién será este
tipo?-
-No nos importa- respondió
el de 25, quien era el líder de Las máscaras blancas.
-Bueno, pues me
tengo que ir ya, si quiero llegar a tiempo, pues me ha citado en un bar en los
barrios bajos de la ciudad-
-¿Irás solo
allá?- le preguntó al de 24, la chica de 21.
-¿Tengo opción?-
-Pues no, pero…-
-Te acostumbraste
a vivir en una zona linda de la ciudad, pero no es la realidad, hay lugares
terribles en donde los ladrones están comúnmente-
-Cuídate por
favor-
-Claro que sí,
tonta- respondió riéndose el joven, antes de darle un beso tierno a la chica.
-Adiós-
-Adiós- correspondió
la despedida, el joven antes de dirigirse a la puerta principal de la casa y
subirse a su auto, para salir a toda velocidad y llegar a tiempo al Bar en las
afueras de la ciudad
-Bueno, ya saben
que hacer los demás-
-Recibimos el
dinero- Dijo el alto de 23 años, quien se estaba comiendo las sobras de una
hamburguesa que dejó la noche anterior.
-Regresamos aquí-
siguió la más joven.
-Juntamos todo-
dijo el de 23 años.
-Y lo guardamos-
finalizó la dueña de la casa.
-Muy buen
trabajo, por cierto ¿Alguien ha hablado con Carlo?- preguntó el líder, ya que
ese joven Carlo, de 22 años de edad, no había llegado a la reunión.
-No- respondieron
los otros tres.
-Supongo que él
ya se habrá adelantado y nos llamará cuando tenga el dinero- agregó la más
joven para mantener al líder tranquilo-
-Eso espero, pues
corran, vayan con cuidado y nos vemos aquí- se despidió el líder.
~*~
La dueña de la
casa, esperó a que todos se fueran, antes de salir al lugar que la voz le
indicó debía ir. Salió caminando muy tranquila, a pesar de la hora que era,
pues la voz, le había dicho que debía ir a la plaza comercial Naileum para
recibir el dinero. Una vez ahí, fue a la banca frente a la alegre juguetería
donde una madre estaba sacando a arrastras a su hijo, quien al no obtener el
juguete que quería, se tiró al suelo a hacer un berrinche digno de unas buenas
nalgadas.
Eran las nueve y
media de la noche, aún faltaba media hora para la llegada del dinero, en manos
de quien sabe quién, proveniente de quien sabe Dios. La chica, caminó demasiado
rápido para lo cerca que estaba Naileum. Así que se dio el gusto de ir por unas
papas fritas a una reconocida cadena de comida rápida.
-¡Hola!- se
acercó la joven a la chica que atendía.
-¡Hola! ¿Qué te
puedo ofrecer el día de hoy?- le saludó alegre, como era debido en su puesto de
trabajo.
-Quiero unas
papas, por favor-
-¡Claro que sí!
¿Chicas, medianas o grandes?
-Amm-
-Yo soy chiquita
y me lleno con las grandes-
-¿Cuánto cuestan
las grandes?-
-44 pesos-
-Bueno, pues dame
las grandes-
-¡Claro que sí! Serían
44 pesos-
-Aquí están-
-Okey, confirmo
tu orden, unas papas grandes-
-Sí-
-Si gustas puedes
tomar asiento en el comedor y en un momento yo misma las llevo a tu mesa ¿Te
parece?-
-Ah, muchas
gracias…-
-Ten toma esta
banderita para que te pueda encontrar fácilmente-
La joven fue a
sentarse cerca del puesto de comida, para evitar que la chica tardase en
encontrarla, a pesar de que el lugar estaba relativamente vacío, porque
obviamente, estaban las típicas personas, que les gusta cenar comida rápida.
Al sentarse, se puso
a pensar en su amado, quien justo en ese momento iba cruzando en su vehículo, la ciudad,
conduciendo a toda velocidad, para llegar al punto de encuentro. Lo amaba.
Comenzó a recordar cómo fue que lo conoció.
~*~
-¡Arriba las
manos!- Fue lo primero que ella escuchó salir de su boca, el día que lo
conoció. Se encontraba en un pequeño restaurante en una zona relativamente
tranquila de la ciudad. Él, llegó con el joven de 23 años, que en ese momento tenía
22, con la chica de 20 y el líder de 25 años, quien fue el que inició la banda.
Mataron a un columnista que estaba en la entrada y luego entre los cuatro
vaciaron las cajas del restaurante y los bolsillos de los comensales, incluidos
los de ella. Era de los primeros asaltos de la banda, pero aun no eran Las máscaras
blancas, pues en ese momento, aun no traían las emblemáticas mascaras que los
llevaron a ser altamente conocidos y peligrosos en tan solo unos meses de operación.
Usaban fedoras, con gafas de soldadura para cubrir los ojos, bufandas para tapar
su rostro a partir de la nariz, y obviamente sus típicas gabardinas de color
azul grisáceo. Era un mejor disfraz para los crímenes, pero quitaba muchísima más
visibilidad que las masacras, además de que las bufandas los hacían sudar a
mares.
Cuando se
despidieron como era habitual en todos sus supuestos asaltos, hubo uno de los
comensales que les alzó la voz. Era ella por supuesto.
-¡Hey, idiotas!-
-¡¿Qué dijiste?!-
respondió él.
-Olvidan esto- la
chica estiró sus brazos con una pequeña arma para defensa personal en sus
manos. Él soltó una carcajada. Posteriormente se acercó.
-¿Qué quieres
niña rica?-
-Ir con ustedes-
A pesar de la
negativa respuesta del joven, ella los siguió sin que se dieran cuenta y logró
dar con el lugar que hacía la función de punto de reunión y que era la casa del
joven de 24 años. Cuando vieron cómo se abría despreocupadamente la puerta de
lo que se supone era un lugar “seguro”, por una simple chica, no tuvieron otra
opción más que aceptarla como parte de ellos. Fue una buena decisión, porque el
presupuesto aumentó, pues ella no necesitaba de las ganancias que lograban por
fingir asaltos para matar personas a cambio de grandes sumas de dinero, tan
sólo quería una salida de su aburrida vida en la opulencia, lo cual resultó en una
terrible decisión. Un tiempo después inició su relación con el joven de 24
años. Sucedió de una forma extrañamente romántica. Durante “La Danza de las
balas” como ellos llamaban a su coreografía para matar muchos personas en un
par de minutos. Se encontraban en los juzgados y su objetivo era la abogada
Carmela Michelli, mejor conocida como La Dama del jurado. Fraude, corrupción y
extorsión eran algunos de los crímenes de la abogada. Fueron contratados por el
gobierno mismo, para deshacerse de esa mujer terrible, y por esa misma razón,
no tuvieron que fingir un asalto.
Cuando la chica
de 21 años cayó, el joven logró agarrarla en el aire y siguió bailando, pero en
una especie de tango. Al terminar su baile, él se alzó la máscara, lo mismo
hizo con la de ella y la besó. No hubo mucho que decir. Tenían la adrenalina y
la emoción al máximo.
~*~
Sus pensamientos
de amor loco se vieron amablemente interrumpidos por la chica de la comida
rápida.
-Hola amiga, aquí
están tus papas-
-¡Ah! Gracias-
-Por cierto, un
hombre me dijo que esto era para ti- dijo la chica, entregándole una caja blanca
con un moño rojo.
-¿Cómo era?-
-Guapo, muy
fuerte y con una mirada letal- igual que su amado.
-Muchas gracias-
-Claro que sí,
espero que nos visites pronto otra vez- se despidió la chica y se fue a su
local correspondiente.
La joven de 21
pensó que era algo extraño que su amado mandará un regalo con alguien en vez de
entregarlo él mismo, además de que se suponía que estaba al otro lado de la
ciudad. No le importó y comenzó a abrirlo, lo cual fue un trágico error.
Al quitar
completamente la envoltura y abrir la caja, se activó un mecanismo que comenzó
a reproducir “Para Elisa” de Ludwing Van Beethoven. La chica se sintió algo
extrañada por el peculiar gesto, pero aun así lo disfrutó demasiado, el
problema surgió cuando la melodía se detuvo al minuto de haber iniciado y una
terrible explosión fue lo que siguió.
El área de comida
quedó destrozada y la joven murió, trágicamente enamorada, viviendo la aventura
que tanto deseó toda su vida.
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