Salsa
de hongo habanero
Es un
error bastante habitual ignorar algunas cosas que suelen decir algunas
personas, esto se debe a que bien pueden decir cosas erróneas la mayoría del
tiempo, inventarse enfermedades o exagerar un poco los hechos, por eso, cuando
este tipo de gente dice algo real, los demás a su alrededor no le creen o tal
vez si lo hacen pero no toman mucha consideración en ello ya que tienen cosas
mucho más importantes en que pensar, o una opción mucho más creíble es que
simplemente no piensan que sea algo tan real como el hipocondríaco o exagerado
sugiere. Un claro ejemplo podría ser cuando un niño prueba una cucharada de la
sopa que tiene servida ante él, y este al ver que le sale una especie de vapor
por el calor que produce la sopa, grita alarmado, anunciando que se quemó la
lengua. Cualquiera que esté junto al chiquillo, lo único que haría sería
servirle un vaso de agua para que se calme o despreocupadamente le diría algo
como: "No seas dramático". El Niño no se quemó a lengua, eso sin
duda, lo que sí sucedió en cambio es que aquel personaje que preparó su sopa,
le puso picante a esta, dando la sensación de ardor a una lengua joven, que lo
tomó como una alerta exaltada, ocasionando que se ahogase en un vaso de agua, o
en este caso, simple salsa habanera.
De
cualquier forma, lo que quiero decir es que no debemos guiarnos por las
actitudes habituales de las personas cuando dicen que algo sucede. Lo
recomendable sería antes informarse, tomar en cuenta todas las pruebas, para
así poder sacar una conclusión sobre la verdadera gravedad de lo que en
realidad le sucede al exagerado o la exagerada que tenemos junto a nosotros. Lo
cual me recuerda a algo que sucedió hace algunos años, una trama que yo seguí
con mucho entusiasmo y de la que estoy bien enterado. Dicha historia inicia
igual que la del niño, con una botellita de salsa habanera en manos de un
hombre que le pone a su sopa un par de gotas, en el momento de la comida mientras
platica con su amada esposa. La cuestión aquí es que el hombre adora la salsa y
aquellos ingredientes que producen sensaciones picantes o ardientes, sin
embargo, lo único que no le gusta o al menos no sabe identificar es cuando algo
no sabe bien.
La salsa
estaba echada a perder y en el fondo de la pequeña botellita se había formado
un hongo letal que incluso crecía con el aspecto de un cráneo con tentáculos.
Los dos melosos esposos terminaron su deliciosa comida que consistió en sopa y
carne salada con lechuga, a la cual el hombre le puso toda la salsa que pudo, a
diferencia de su esposa quien detestaba el picante y por eso nunca checaba la
salsa que su marido prácticamente bebía, por eso no se pudo enterar en el
momento apropiado que el causante de tanto mal fue un hongo mortífero que se
formó en el fondo de la botella, aunque aun descubriéndolo en la misma comida,
ya era demasiado tarde. Luego de la hora de comer, disfrutaron de una película
de terror, para tener la excusa de mandar a su única hija a su habitación y
tener dos horas y media de dulce soledad, mientras se abrazaban, apretándose
las manos cada que el pobre protagonista de la película se topaba con visiones
de espectros suplicantes. Claro que llegó un momento en que el marido dijo algo
más o menos así: "Creo que algo me cayó mal". La esposa que llevaba
al menos casi 30 años de conocerlo, le restó importancia diciéndole que se
tomará algo para el estómago, pues estaba consciente de que las cosas que
"le caían mal" eran sensaciones pasajeras después de haber comido
mucho. La señora siguió viendo la película mientras su esposo se levantó del
sillón en busca de algo para el estómago. Esperó media hora después de tomarse
aquella sustancia que le haría sentir mejor, y dicha cumplió el efecto deseado
que consistía en quitar el dolor. Lamentablemente el hongo letal era un
manipulador de primera, por eso cualquier cosa que entrase para combatirlo
dentro del estómago del pobre hombre, era convertido en un secuaz de sus
terribles planes de destrucción. El dolor se fue, pero el hongo creció y
después de algunas horas, mató a su víctima sin que está lo notase. Lo que hizo
fue una especie de muerto viviente que ayudaría al hongo a propagarse en el
planeta para destruirlo todo en una especie de invasión zombi. No obstante el
recién nacido hongo no sabía cómo salir del cuerpo del hombre y no tomó en
cuenta que lo necesitaba vivo para consultar las bases de datos del cuerpo y
entender el funcionamiento de este. Lo único que logró fue convertir al señor
una especie de hombre sin una corazón latiente ni apetito, es decir el hongo se
encerró en una cárcel que tenía que mantener andando para evitar morir también.
Y esa fue la triste historia del hongo maligno que no sabía cómo salir del
hombre.
A la
noche siguiente de la muerte del marido, su esposa pudo notar que no había
comida nada desde el día anterior, lo cual era preocupante, ya que su esposo
tenía una característica muy sorprendente, y esta era sin duda alguna, su buen
diente, expresión que aquí, hace referencia a un apetito voraz.
Todos
juntos, esposo, esposa, hija y hongo fueron con la doctora Estrafalario, la
cual se quedó atónita al no escuchar nada en el pecho del hombre, la nula reacción
de las pupilas ante la luz, la carencia de respiración y ninguna actividad en
su estómago más que un extraño zumbido que era provocado por las muchas dudas
que tenía el hongo para la doctora, las cuales lamentablemente estaban en un
idioma desconocido para la última. Pero si hay curiosidad sobre las dudas,
puedo decir que se trataban sobre el funcionamiento del cuerpo humano ante
enfermedades contagiosas. La doctora dejó de ver al hombre como un paciente y
comenzó a observarlo como un objeto de estudio.
-Señora
Zanaman, si me permite, quisiera internar a su marido para hacerle más pruebas
y ver qué es lo que en realidad sucede, ya que nada de esto es normal, incluso
me atrevería a decir que su marido está muerto-
Para
suerte del esposo, su mujer la señora Zanaman y el hongo, pudieron ver las
verdaderas intenciones en la sonrisa
maliciosa de la doctora Estrafalario que ya estaba pensando en lo famosa que se
volvería al mostrar a la comunidad científica, al primer hombre muerto
viviente, claro que ello no sólo consistía en andar enseñándolo cómo un trofeo,
sino que también incluía la disección y el análisis del nuevo funcionamiento
interno del hombre, y ello implicaba una revisión poco prudente en todo su
cuerpo incluyendo el interior, cosa que mataría definitivamente al hombre y
también al hongo.
-Yo
creo que así estamos bien, doctora Estrafalario, nos iremos a descansar un
poco- contestó amable y educada la esposa, mientras se levantaba y se dirijía a
la puerta del consultorio, no obstante la doctora fue más rápida.
-Me
temo que debo insistir- expresó apretando los dientes al grado de hacerlos
rechinar mientras se interponía entre la familia y la salida.
El
hongo se dio cuenta de lo que sucedía y comenzó a picar partes del cuerpo del
hombre al azar, sin saber realmente lo que hacía. A pesar de su notable
ignorancia en el asunto, logró hacer que el brazo del hombre se lanzará
torpemente a la doctora Estrafalario, la cual sufrió una herida, que le dejó
tres arañazos cruzando la mitad derecha de su rostro. Dichas heridas fueron
causadas por los lapiceros contra los que se estrelló al momento de caer en su
escritorio por el torpe golpe del hombre.
La
doctora Estrafalario se levantó sin siquiera sentir los pequeños cortes,
produciendo tres delgadas filas de sangre apenas visibles. Tomó un frasco de
cristal de su escritorio y lo lanzó a la familia que ya casi había salido del
edificio de consultorios. El frasco pasó volando a tan solo unos cuantos
milímetros de la oreja del esposo de la señora Zanaman, quien una vez a bordo
del vehículo familiar, un poco más tranquila por la extraña escena que acababa
de contemplar, le preguntó a su esposo -¿Por qué la golpeaste?-
-¡Yo
no quería hacerlo! Fue algo repentino, como una especie de movimiento
involuntario-
-Pero
fue tu brazo el que la golpeó, eso no está bien-
-No
está bien, pero yo no...- la conversación se vio interrumpida, cuando un
zumbido provino de lo más profundo de la garganta del hombre, acompañado de una
especie de burbujeó en su estómago.
-¿Que
fue eso, papi?- pregunto la pequeña Cerbera de 7 años de edad a su amado padre.
-No
lo sé preciosa-
-¡Cállense
los dos! Y detén el auto- ordenó la esposa, quien, una vez que el coche se
detuvo, se acercó al estómago de su marido para escuchar. En cuanto su oreja
toco su velludo estómago, el burbujeo se hizo presente acompañado del zumbido.
-Esto
es raro- concluyó la señora Zanaman
-Papi
si tu corazón no late eso quiere decir que estás muerto-
-No
digas tonterías, Cerbera- tranquilizó la esposa a su hija -Ya veremos qué sucede
más adelante-
La
señora Zanaman, dijo eso esperando que tuviera razón en cuanto el hecho de que fuese
tan sólo una tontería, no obstante tenía tanto miedo como su hija de que su
esposo se convirtiera en un monstruo ficticio que sentía gusto por devorar
cerebros. Ese temido día nunca llegó, para suerte de todos, pues lo único que
el hongo no podía tolerar era la ingesta de sangre y eso lo descubrió, cuando
todos veían una película de zombis e hizo que al marido se le antojase carne
cruda del refrigerador. Una terrible decisión, pues eso los puso en cama varios
días, hasta que el hongo pudo expulsar todo en el inodoro. Claro que antes de
intentar comer carne cruda llena de sangre animal, el hongo se dio cuenta que
tenía que hacer que el hombre comiera, aunque este no tuviera hambre, ya que el
maldito parásito si estaba vivo y necesitaba alimentos. Fue difícil hacer comer
al hombre, pero después de dos días, logró que probara pequeños bocados y poco
a poco lo acostumbró a comer de nuevo, pero esta vez con muchísima más salsa de
la que solía comer el marido en vida.
Hasta
este punto podría pensarse que el hongo es el villano de esta historia y en
cierto modo comenzó siéndolo aunque ahora lucha por mantener vivo al señor, lo
cual para su hija y su esposa es un buen acto, aunque en realidad solo haga las
cosas por conveniencia propia. Sin embargo el verdadero villano, usa bata,
tiene un título en medicina y es mujer.
Dos
semanas después de que el hongo manejara al hombre para que golpeara a la
doctora Estrafalario, está se presentó de nuevo. Lo primero que hizo ella fue
cazar al hombre y seguir sus movimientos sigilosa y cuidadosamente para evitar
ser descubierta. Al final logró encontrar a la casa donde vivía con su familia
y una noche se las arregló para meterse al hogar y soltar trozos de cadáveres
humanos, robados de la escuela de medicina, además, con mucho silencio fue al
cuarto de los esposos, manchando la cara del hombre con muestras de sangre. En
cuanto armó todo su teatro, fue a la estación de policía, donde entró gritando
muy alterada, diciendo que había visto un zombi devorando personas inocentes.
Algunos oficiales conocían a la doctora Estrafalario y sabían que era una
persona cuerda y respetable, por eso no dudaron de su palabra. La acompañaron a
la casa de la señora Zanaman, y llegaron gritando y golpeando la puerta para
despertar a la familia. Los esposos se levantaron y vieron la grotesca escena que
había creado la doctora Estrafalario, quien lamentablemente olvidó quitarle a
uno de los trozos humanos, una etiqueta que claramente decía "Institución:
Escuela de Medicina Rhododendron. Parte humana: Pie". Ese pequeño papel
fue lo que ayudó a descubrir que todo fue hecho por la doctora Estrafalario.
Los policías no pudieron ignorar la evidencia y en cuanto miraron a la doctora,
está adquirió una expresión frustrada y su supuesta honestidad la hizo confesar
que ella había sido, no sin antes decir una última cosa en su defensa.
-¡Ese
hombre es un zombi!-
Los
policías llamaron al doctor de la estación y lo hicieron ir al lugar para
comprobar que no había un sólo rastro de signos vitales en el hombre. Todos
comenzaron a sudar del terror cuando el doctor llegó a la casa. En cuanto
pusiera su estetoscopio en el pecho del hombre, se daría cuenta de que
efectivamente no se podían escuchar los latidos del corazón. Sin embargo nadie
tomó en cuenta la astucia del hongo que ya empezaba a entender cómo aparentar
que el hombre estaba vivo.
Con
todas sus fuerzas, subió al pecho del señor y picoteó el corazón manipulándolo
para hacerlo latir. Pasó la prueba de fuego, pues en el estetoscopio se
escuchaba el golpeteo de un corazón latiente. Sin embargo la doctora no se
daría por vencida tan fácil y pidió que revisarán la dilatación de sus pupilas
ante la luz. El hongo fue muy listo y movió todas las cosas que pudo para
provocar la miosis de la pupila. El doctor y la policía concluyeron que la
doctora Estrafalario había perdido completamente la cordura
Lo
qué pasó después de esa noche, fue la revisión de las cámaras de seguridad de
la escuela de medicina, lo cual hizo que la doctora terminase en un
psiquiátrico, ya que nadie le creía que hubiera un muerto viviente en la
ciudad, además de que se había convertido en una ladrona de trozos de cadáveres
para inculpar a un zombi inocente.
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