-YO


-YO

No es que me encante lavar los trastes, de hecho, podría decir que es mi actividad menos favorita entre aquellas desgraciadas que se encuentran en los quehaceres de esta pequeña casa donde vivo. En realidad prefiero barrer, o lavar la tasa del baño, sin duda me da menos asco levantar el excremento de mi perro; aun así no tengo mucho de donde elegir, ya que no hay nadie más que lo haga, puesto que vivo solo.
¡Ah! Siempre he acariciado la idea de contratar una persona que haga todo este trabajo aburrido de limpiar la casa y lavar los platos. Todo sería mucho más fácil, no tendría que gastar tanto tiempo en hacerlo, podría ir a pasear a las calles que están cerca de aquí, podría salir con mis amigos o con Evelyn, mi hermosa vecina de cabello naranja.
-El pequeño gran problema es que no tienes tanto dinero para pagarle a la persona que lo haga.
O simplemente no quiero hacerlo.
-Te expones a que la persona que haga dicho trabajo, no limpie bien, o tan sólo disimule hacer las cosas, cuando en realidad no está haciendo absolutamente nada.
No puedo permitir tal cosa
-Sin duda no puedes ¿Qué vas a hacer si los platos quedan sucios y terminas brutalmente enfermo?
¿Enfermo?
-Sí, enfermo.
Podría morir.
-Podrías morir.
Sí, seguro podría morir, mejor no me arriesgo a ello ¿Morir por cumplir el capricho que mi pereza desea?
-Suena a una pésima idea.
Tienes razón, es una pésima idea.
-No nos conviene.
No, para nada me conviene.
-Nos.
Sí, nos. Aun que sin duda, si alguien estuviera haciendo esto por mí, justo ahora, podría estar afuera, disfrutando del aire libre, de la calma de un fabuloso día soleado, sintiendo el viento en el rostro, escuchando los pajarillos del parque, oliendo las flores de los jardines. Es muy probable que estuviese leyendo un buen libro, o tomando un helado de frutos rojos de aquella heladería en la esquina del centro. Aquella heladería donde el dueño es el padre de Evelyn ¡Ah, pero que bonito sería salir!
-Tal vez ella esté ahí, ayudando a su papá.
¡Tienes razón! Ella debe estar ahí, debería salir, darme una vuelta por el parque y luego ir a la heladería para verla…
-En el parque hay niños.
¿Niños?
-Sí, niños.
¿Cómo a qué tipo de niños te refieres?
-Como al único tipo de niños que existen. Los sudorosos que corren y gritan mientras juegan con otros niños.
¡Ah! Pero eso no es ningún problema, a mí me agradan los niños.
-¿Seguro?
Sí. El dueño de la heladería tiene un hijo que en algún futuro podría ser mi cuñado.
-¿Su hijo, el niño gordo y sudoroso que siempre tiene la boca llena de restos de dulce?
Eres muy cruel para describirlo, pero sí, es ese.
-¿Es ese? ¿Ese que cuando te saluda te mancha la ropa con sus manos regordetas llenas de chocolate?
Sí, ese.
-Que asco.
Lo de las manchas no me importa en lo absoluto, yo tolero todo eso con tal de salir con Evelyn.
-¿Lo toleras?
Sí ¿Por qué?
-Nada más…
¿Nada más?
-Bueno, o sea ¿nunca has pensado que tal vez sea un poco cruel tolerar al niño y no quererlo? Digo, quieres mucho a Evelyn y ella lo quiere mucho ¿Nunca has pensado que tal vez a ella le molesta un poco el hecho de que solo toleres a su hermano, en vez de quererlo tanto como ella lo hace?
Creo que tolerarlo es quererlo.
-¡Oh! Ahora entiendo el por qué…
¿”El por qué”? ¿El porqué de qué? Si se puede saber.
-¿Nunca has pensado por qué Evelyn y tú son sólo amigos?
¿Qué estás insinuando?
-Nada…
¿Qué te parece si te callas y me dejas en paz un rato?
-Sí, no hay duda de por qué Evelyn y tú nunca pasaran de verse todos los días e ir a pasear en los campos o la ciudad sólo como amigos.
Iré al parque y nada me detendrá, ni estos malditos tres platos sucios, ni los asquerosos niños del parque, ni tú ¡Mucho menos tú!
-¿Yo te estaba deteniendo?
¡Basta!
-Pobre Evelyn si a ella también le vas a gritar como me gritas a mí.
Estamos de acuerdo en que ella no es nada igual a ti.
-¿Cómo podría serlo? Dicen por ahí que uno siempre busca el polo opuesto o a su madre o padre según el sexo.
¡Carajo! Eres repugnante.
-Yo no fui el que descubrió dicho complejo.
¡Cállate!
-…
Excelente, no era tan difícil. Ahora sí. Dejaré los platos aquí, tomaré mis llaves y saldré.
-¿Vas a salir entonces?
Pensé que ya te habías ido.
-Bueno, si no me he ido, seguro es porque no quieres que me vaya, o al menos no del todo.
Estás en un error, yo te quiero fuera, tan lejos como sea posible.
-¿Así le dirás a Evelyn cuando discutan o diga cosas que no te parecen?
¿En verdad es tan difícil que te calles?
-Para nada.
Entonces ¿Por qué no te callas?
-¿Evelyn sabe de nosotros?
¿Qué?
-Te estoy preguntando si Evelyn sabe de nosotros.
Por supuesto que no, imagina que desastre sería que sepa de… de esto.
-Ahora te refieres a mí como “esto”.
No se te olvide ni por un segundo que eres una enfermedad.
-Me hiere un poco que me veas como una enfermedad.
No es que te vea como una enfermedad, es que eres una enfermedad en mi vida.
-No puede ser.
¿Qué te pasa?
-Nada, simplemente no puedo creer que hayas dicho eso.
No lo dije yo.
-¿Y qué? ¿Por qué lo dijo alguien con un título crees que tenga la razón?
No creo que la tenga, sé que la tiene.
-Evelyn tiene razón en no hacerte caso…
¿Qué?
-¿Qué de qué?
¿Por qué dices eso?
-Bueno, lo digo porque es la verdad. Ella nunca te haría caso.
¿Por qué no me haría caso?
-La pregunta correcta es ¿Por qué te haría caso?
Bueno, me parece que soy guapo, tengo muchas buenas cualidades y cosas buenas para ofrecer.
-¿Cómo qué?
Como… bueno, es que en este momento no lo sé, no se me viene nada a la cabeza.
-¿Y por qué crees que no lo sabes?
Tal vez no tenga mucho que ofrecer ¿Cierto?
-Cierto
-…
-Vaya, la realidad es difícil ¿No lo crees?
¡Tú no eres real!
-¡Soy tan real que hablas conmigo!
Pero eso no quiere decir que seas real.
-Sí lo soy y ¿sabes algo? Por más que lo intentes, no puedes deshacerte de mí.
¡No eres real, no estás aquí! ¡No eres real! ¡Cállate!
-¡Cállate tú! A partir de ahora vas a escucharme…
¡Vete! ¡No eres real!
-¡Que sí lo soy! Y ya deja de lloriquear ¡Se un maldito hombre!
¡Ya basta!
-No. Como ya te he dicho, a partir de ahora vas a escucharme. O nos partiré en pedazos.
¡Detente!
-¿Por qué habría de hacerlo?
¡Porque nos vas a matar! ¡Por favor, detente!
-¡Y qué! ¿Qué si no quiero? ¿Qué vas a hacer?
Sólo detente, por favor, deja nuestro brazo en paz, nos desangraremos si no te detienes.
-A mí no me molesta en lo absoluto. Lo único que siento es tu dolor, tu sangre escurriendo por mi brazo, y tus lágrimas recorriendo mi rostro.
Es nuestro rostro. Es nuestro cuerpo.
-Por si no lo habías notado, ahora es mío y yo haré lo que quiera con él.
¡No! ¡Me duele! ¡Por favor, detente! Ya basta, por favor, te lo suplico. Sólo detente. ¡Haré todo lo que digas! ¡Absolutamente todo!  Te voy a escuchar, pero no me mates.
-Muy tarde.
Ya basta ¡Te lo imploro! ¡Por favor!
Te lo ruego.
Por favor, sólo detente…
Te lo implor…

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